El candidato continuista repite las ofertas demagógicas de siempre. Los servicios estatizados, cada día peores. Delincuencia desbordada bajo un régimen que la protege y la alienta; inseguridad criminal es el pan de cada día. Tráfico desesperante, ni un sólo metro nuevo de vías; el país sin ferris para comunicarse con su isla más importante; el Guaire continúa siendo una pocilga. El único teleférico que funciona lo recuperó la empresa privada, los de Mérida y el Litoral central siguen esperando por un milagro del Ejecutivo. La economía vive una profunda crisis como se muestra en las empresas básicas de Guayana, en la escasa producción agrícola y en la descomposición burocrática y corrupta de Pdvsa. El candidato oficialista ofrece arreglarlo todo, todo lo que él mismo descompuso.
Su fracaso de más de dos períodos presidenciales alargados es más que evidente.
Lo más triste es que si llegara a ganar las elecciones Tibisay y sus tres copartidarias están listas para proclamarlo amenaza con profundizar la crisis política, acelerar la destrucción de las instituciones de la democracia. Nunca un gobierno había generado tanto odio y división entre los venezolanos. Ellos, los que gobiernan se creen representantes de la Patria, mientras los demás no serían patriotas; ellos dicen defender a los pobres y humildes, mientras sus adversarios serían los explotadores burgueses; ellos serían "bolivarianos", los otros simplemente escuálidos y majunches despreciables. El fascismo y este régimen lo es en alto grado y el comunismo estaliniano su versión americana sigue siendo Fidel Castro, adorado y endiosado por el candidato continuista son agresivos y sectarios por naturaleza. Practican la exclusión. "Conmigo están los buenos", los demás son simple escoria. La "revolución" que se propone es la guerra contra los venezolanos que no piensan igual que ellos y no están dispuestos a acompañarlos en la destrucción del país, imponiendo el modelo estalinista cubano, ya fracasado en distintos países del mundo. El desgaste de la democracia le es fundamental a su proyecto totalitario, todavía se mantienen las prescripciones de Norberto Ceresole, un fascista asesor de Chávez.
El adversario político es irrespetado permanentemente, se cultivan odios y prejuicios enmascarados en una propuesta "revolucionaria" radical. Se rinde culto a la mediocridad el gabinete actual de gobierno es el ejemplo mientras se aísla y rechaza a los mejores venezolanos de este tiempo.
Esa política de exclusión llega hasta la violencia, al eliminar en la práctica libertades democráticas. El autoritarismo va unido a la desesperada ambición de poder. La convivencia no les está permitida, solamente son ciudadanos con derechos los que pertenecen al clan y visten de rojo en los actos del continuismo. No sólo es el fracaso material de la gestión, es sobre todo las amenazas a la libertad lo que significa Hugo Chávez.