Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

viernes, 20 de julio de 2012

Encuestas y caminos / SIMÓN GARCÍA


El dato más aterrador, la gota de agua bendita sobre las tentaciones de perpetuidad, es que el candidato continuista está por debajo del 48% de apoyo. A medida que pasa el tiempo, la ciénaga del 40% se está tragando a Chávez. 

El descenso aparece en las dos clases de encuestadoras que monitorean la evolución de las inclinaciones de voto.

En aquellas que toman una fotografía del momento y las que con esa toma hacen un fotoshop que retoca la caída, según los apuros del cliente. Una forma fatal de intentar engaños que termina por afectar más al engañador.

El otro candidato ha cambiado de campaña en medio del río. Sufre el lento descenso del que está agarrado con una sola mano al borde del abismo. Sabe que las estrategias no le están resultando. Intuye que se le está volteando el babalao.

El manotazo para alejar lo inevitable consiste en moderar su tradicional política de choque, de división y exclusión para intentar una amplitud táctica que busca desesperadamente atraer una pequeña y decisiva porción del electorado que los catorce años de extrema polarización no han logrado poner del lado gubernamental.

En ese sector, estimado de una a varias decenas de puntos porcentuales según la encuestadora, la inclinación latente es favorable a Capriles. Mientras más se achica ese segmento en cada medición, mejor parado sale Henrique Capriles y todo conduce a un escenario en el que cuando la brecha se cierre Capriles resultará el ganador.

La mayoría presiente acertadamente que lo que hay que hacer para tener tranquilidad, progreso y unión de los venezolanos es cambiar al Presidente. Pero hay una barrera para ambos contendores: para uno el rumor de que su victoria significará la desaparición de los beneficios que han obtenido de la inversión social. Para el otro, la percepción de que su triunfo acelerará la definitiva instalación de un régimen que hundirá la democracia, la libertad, la propiedad y la justicia social.

Por eso en un lado reaparecen los mimos hacia la Iglesia; las instrucciones al CNE para que responda a Capriles con una versión chucuta del acuerdo de transparencia; la sobreadulancia a los sables; la admisión de fallas y el tardío descubrimiento de graves problemas como los cortes de luz, la inseguridad o el deterioro de la vialidad.

Insuficientes pañitos anestésicos.

En el lado de Capriles están hablando hechos prometedores. 53 pueblos en diez estados son una proeza imposible de igualar. No se trata sólo de condiciones físicas y anímicas, sino del fervor que rodea esos encuentros entre Capriles y el venezolano de camioneticas.

Y lo más importante: el candidato de la unidad está entrando en territorios que antiguamente apoyaron al continuista. El deslizamiento se ve venir.

@garciasim