Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Discutir el debate / SIMÓN GARCÍA


A diez días de su realización todavía es noticia. La intensidad de este interés, aun desconociendo su tamaño, refleja la demanda de diálogo acumulada en importantes sectores de la sociedad y bloqueada por el fundamentalismo oficialista. Es el primer debate público, con miras a unas elecciones, desde hace más de una década.

Fue un signo de cambio. El debate se produjo fuera de los cronogramas de campaña y por presión de los estudiantes universitarios, movidos por practicar e innovar la democracia. Puso de relieve las ventajas de un modelo de diálogo versus el monólogo presidencial que lo precedió.

Su significación, potenciada por la transmisión televisiva del evento y sus efectos posteriores, tiene una importancia mayor que esclarecer si fue o no un debate, asunto que han negado quienes desean una contienda donde se rebata la opinión del otro.

La observación pudiera valer para próximos encuentros, pero mientras la mayoría aceptó y denominó como debate a los puntos de vista expresados por los cinco candidatos sobre varios temas. Una segunda acepción de la palabra según el DRAE.

Lo importante es que fue una confrontación plural con sus énfasis, prioridades, diferencias y coincidencias.

Una discusión más cooperativa que polémica porque su objetivo no consistía en contrastar propuestas políticas opuestas sino proporcionar elementos para seleccionar al candidato más eficaz, política y electoralmente, para encarnar una alternativa ante el país.

El debate transmitió la idea de una rivalidad solidaria, en la que la competencia está gobernada por el compromiso común de lograr unos mismos fines, por la presentación de proposiciones, la orientación al futuro y la necesidad de ganar al país antes que contentarse con satisfacer al votante que ya es favorable al cambio. Aunque provoque más aplausos, limitarnos a oír nuestro eco resultaría fatal.

También contribuyó a prestigiar la voluntad unitaria condensada en la MUD y elevó el interés hacia las primarias. Esto último es decisivo para convertir esa elección en un evento de ciudadanos, sin ofender a las maquinarias partidistas ni desmeritar el papel que ellas han de cumplir para que el proceso adquiera el vigor de una tendencia nacional más allá de la feligresía de los carnets.

Sobre el ganador es natural que cada quien haya visto mejor al suyo, lo cual democratizó la victoria. La investigación sobre otros debates indica que tienen una naturaleza reafirmatoria, es decir que sirven para reforzar decisiones previas. El famoso debate KennedyNixon tuvo un efecto de cambio de voto sobre apenas un 6% del electorado.

Quedan pendientes otros temas. Uno, pasar a mejorar la oferta, elaborar su concreción popular, revisar los aspectos de conexión afectiva, hacer más persuasivo el discurso y motivar la confianza en el triunfo final de octubre de 2012. Otro, atraer a los votantes que hoy están situados en el tercio de los despolarizados que constituyen el gran elector.

Alienta disfrutar la burbuja de optimismo, pero no hay que perder el norte del desafío real. Tal Cual digital