“Anticomunista” es uno de los estigmas más importantes dirigidos contra quienes denuncian los grandes crímenes del socialismo real y las similitudes del nazismo y el comunismo. Es una descalificación retórica y vacía, a la que vale responder resaltando no sólo las semejanzas teóricas de ambos regímenes, sino las afinidades que en la experiencia histórica tuvieron.
Debemos a Hannah Arendt, en Los Orígenes del Totalitarismo, el inestimable aporte de integrar el nazismo y el comunismo en un solo concepto teórico: totalitarismo. Aunque es importante apuntar que para su momento aquellos dos fenómenos sociales se encontraban en vectores temporales diferentes: el primero expiraba históricamente de manera irremediable a raíz de su derrota en la segunda guerra mundial, al otro le esperaban varias décadas de vida hasta su bienvenido fallecimiento en 1989.
Fue, precisamente, la participación de la URSS en la guerra contra Alemania, uno de los elementos más importantes de dio legitimidad mundial al comunismo soviético. La propaganda emanada del PCUS, difundida por sus sucursales alrededor del mundo, presentaría a la URSS y a Stalin como campeones de la lucha antifascista. A tal fin, se remarcaba la importancia de la derrota sufrida por Hitler en Stalingrado -campaña donde perdieron la vida alrededor de 1,1 millones de soldados soviéticos y 800 mil alemanes.
A nuestro juicio, sería erróneo extraer de esa historia de vencedor la conclusión de que Stalin y el comunismo soviético eran antifascistas por sus principios socialistas, pues su declaración de guerra contra Alemania fue una respuesta a la invasión nazi a la URSS en junio de 1941 (Operación Barbarroja). Este no fue el caso de Inglaterra y Francia, potencias que entraron en guerra contra Alemania sin haber sufrido ningún ataque militar de su parte.
Al contrario, de lo que siempre dijo la propaganda comunista, mostraremos que hubo una gran afinidad entre el comunismo estalinista y el nazismo. Prueba del entendimiento fraterno y afectuoso que hubo entre Hitler y Stalin, y que perduró durante los veintidós meses previos a la invasión alemana, fue el banquete ofrecido el 28 de septiembre de 1939 por Stalin en honor de von Ribbentrop para celebrar las exitosas invasiones a Polonia realizadas por ambos regímenes, los nazis el 1 de septiembre y el 17 los comunistas soviéticos. La mutua voluntad de acentuar las relaciones políticas y económicas entre Alemania y los Soviets, marcaría el tono de los brindis (1).
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Fuente: www.cubanet.org
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