El gigante asiático es el máximo exportador planetario junto con Alemania, es el primer acreedor de Estados Unidos, cuenta con la mayor reserva de divisas extranjeras, es el máximo consumidor de energía, el cuarto importador a nivel mundial, el primer importador de soja y el primer productor automotriz.
Pero en medio de este creciente poder y un potencial aparentemente inagotable, China está dando señales de reacomodamiento económico y desaceleración.
La plena incorporación de China al comercio internacional a principios de siglo cambió una ecuación que en las décadas previas parecía irreversible: la tendencia al abaratamiento de las materias primas.
Desde 2000 el precio de los commodities se disparó sea en productos energéticos, minerales o alimentos.
Especialistas del sector petrolero, como Sam Chambers, señalan que el 40% del incremento de consumo petrolero entre 2004 y 2009 se debe a China.
Los chinos importan soja de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, cobre de Chile, Zinc de Perú, petróleo de Venezuela, y inversiones regionales de peso en el sector de hidrocarburos.
En 2000 el comercio chino con la región era de $10.000 millones. Hoy es $100.000 millones.
El impacto de una desaceleración china sería menor con los productos alimentarios debido a su menor dependencia de los ciclos económicos (a menos que haya hambruna, la gente siempre come).
En otros productos más vinculados con la actividad económica e industrial el impacto puede ser mayor.
"Los precios van a seguir siendo altos, pero no tan altos. Creo que estos países que se beneficiaron en su momento, podrán absorber una eventual disminución de los valores", señala Suije Yao.
Es posible, pero ya hay tensiones en el comercio China-América Latina.
El superávitregional existente hasta 2005 se ha evaporado de la mano de las exportaciones manufactureras chinas que ha impactado muy fuerte a algunos países.
México tiene un déficit de comercio bilateral de $28.000 millones mientras que las centrales empresarias de Brasil y Argentina de la erosión de una base industrial debido a una avalancha de productos chinos subsidiados.
La plena incorporación de China al comercio internacional a principios de siglo cambió una ecuación que en las décadas previas parecía irreversible: la tendencia al abaratamiento de las materias primas.
Desde 2000 el precio de los commodities se disparó sea en productos energéticos, minerales o alimentos.
Especialistas del sector petrolero, como Sam Chambers, señalan que el 40% del incremento de consumo petrolero entre 2004 y 2009 se debe a China.
Los chinos importan soja de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, cobre de Chile, Zinc de Perú, petróleo de Venezuela, y inversiones regionales de peso en el sector de hidrocarburos.
En 2000 el comercio chino con la región era de $10.000 millones. Hoy es $100.000 millones.
El impacto de una desaceleración china sería menor con los productos alimentarios debido a su menor dependencia de los ciclos económicos (a menos que haya hambruna, la gente siempre come).
En otros productos más vinculados con la actividad económica e industrial el impacto puede ser mayor.
"Los precios van a seguir siendo altos, pero no tan altos. Creo que estos países que se beneficiaron en su momento, podrán absorber una eventual disminución de los valores", señala Suije Yao.
Es posible, pero ya hay tensiones en el comercio China-América Latina.
El superávitregional existente hasta 2005 se ha evaporado de la mano de las exportaciones manufactureras chinas que ha impactado muy fuerte a algunos países.
México tiene un déficit de comercio bilateral de $28.000 millones mientras que las centrales empresarias de Brasil y Argentina de la erosión de una base industrial debido a una avalancha de productos chinos subsidiados.
Es el país de las cifras mágicas, el de las ciudades del futuro y el de las majestuosas demostraciones de poder.
ResponderBorrarTiene la mayor población del mundo, tiene a la imponente Shanghai, tiene el PBI que nunca retrocede y que es capaz de impedir una depresión global, tiene el ejército más numeroso del planeta. La incógnita es si China tiene también la voluntad de enfrentar las responsabilidades y los costos que implica ser una superpotencia.
Por ahora, la respuesta parece ser no. Para confrontar esas obligaciones, Pekín primero debería reconocerse como superpotencia. Y lejos está de eso.