Foto: ANA GUELLER / REUTERS / AFP |
Angustiado por el fantasma del "período especial" de los años 90, el presidente Raúl Castro ha vuelto la mirada a esa década, cuando el régimen, sacudido por la crisis que generó el derrumbe de la Unión Soviética, abrió tímidamente la mano a la iniciativa privada, el turismo y las inversiones extranjeras.
Quince años y varias operaciones de Fidel Castro después, Cuba vuelve a debatirse hoy, más por necesidad que por convicción, entre el aperturismo demandado por la sociedad y el inmovilismo de la vieja guardia.
En las últimas semanas, Cuba ha sido un hervidero de noticias. Primero se produjo el insólito diálogo entre el gobierno y la Iglesia, que derivó en un proceso de liberación de presos políticos todavía en marcha. Días después, y tras cuatro años de convalecencia, Fidel Castro reaparecía públicamente "totalmente recuperado" de la dolencia intestinal que lo alejó del poder en julio de 2006. Y a principios de mes, Raúl anunciaba algunos "ajustes" al modelo económico para hacer frente a la parálisis productiva que sufre la isla.
A Raúl se lo esperaba desde el 26 de julio de 2007. Un año después de haber asumido las riendas del país, el general reconocía que el país no daba para más. Se hacían necesarias "reformas estructurales y de concepto".
Durante tres años, la única reforma aprobada fue la entrega de tierra ociosa en usufructo a campesinos privados. Una experiencia que no ha dado buenos resultados debido a la catarata de imposiciones y trabas que lleva aparejada.
Ahora, el régimen se ha decidido a poner un poco de orden en el superpoblado aparato estatal, donde sobran -según sus cálculos no reconocidos hasta ahora- 1,3 millones de trabajadores.
La idea, esbozada por Raúl en la Asamblea Nacional el 1° de agosto, es reducir las plantillas progresivamente y revisar los "gastos improductivos" asociados al empleo estatal. Para absorber parte de ese excedente laboral, Raúl Castro ampliará las licencias al trabajo por cuenta propia, que comenzaron a otorgarse en los años 90 y fueron congeladas más tarde.
A día de hoy, sólo 150.000 personas son "cuentapropistas" en una isla de 11 millones de habitantes. Además, el gobierno busca impulsar el turismo y la inversión extranjera con una serie de iniciativas, como la construcción de 16 campos de golf con capital mixto (estatal y foráneo) o la venta de viviendas para extranjeros en esas instalaciones turísticas. Se trata, en definitiva, de una reedición de aquella apertura de los 90, que fue frenada en seco por Fidel Castro a principios de esta década. De la mano de una nueva cruzada ideológica -la "batalla de las ideas"-, Fidel (con la inestimable ayuda del venezolano Hugo Chávez) restauró la centralización casi total de la economía, al tiempo que acallaba las voces disidentes en la isla.
César González-Calero / LA NACIÓN
Articulo completo aquí: Cuba: entre los reformistas y la vieja guardia ortodoxa
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