El reciente control del mercado cambiario será otro fracaso más que no detendrá la inflación, la caída de las reservas internacionales y la destrucción sistemática del aparato productivo.
La política de control de cambio y precio de los bienes y servicios no es una novedad del Socialismo del Siglo XXI. Todo lo contrario. Es una repetición de una vieja y fracasada concepción ideológica sobre la economía propia de regímenes populistas y socialistas que presumen, equivocadamente, que las leyes y la dinámica de la economía pueden ser suplantada por simples decretos surgidos del voluntarismo y el capricho de la élite gobernante.
La experiencia demuestra que todos los gobiernos que han aplicado este tipo de controles, lo han hecho ante el fracaso de su política económica para abatir la inflación y contener la fuga de divisas provocada, generalmente, por una política fiscal deficitaria, elevado endeudamiento público, y problemas de balanza de pago, todo lo cual ha minado la confianza de la población en la moneda nacional, propiciando la exportación de capitales hacia economías con mayor estabilidad y certidumbre.
El común denominador de todos estos ensayos de controles ha sido y será inexorablemente, un mayor deterioro y profundización de la crisis económica que se ha pretendido corregir, y más temprano que tarde la necesidad de aplicar severos planes de ajuste de la economía que imponen un alto costo a los sectores sociales más desposeídos.
Lamentablemente, esta es la ruta que está transitando Venezuela desde hace siete años cuando el gobierno revolucionario impuso un esquema de control de cambio y de precios, cuyos resultados han sido deplorables por cuanto la fuga de divisas ha continuado, la inflación sigue disparada acompañada ahora con una creciente escasez de bienes y servicios, y la economía ha sido convertida en una “economía de puerto” por el aumento vertiginoso de las importaciones, destruyendo empresas y empleo productivo interno.
FALLIDO CONTROL DE CAMBIO
Así como el gobierno revolucionario es causante y responsable de la inflación por su equivocada política económica, también lo es del fracaso de la política cambiaria.
Y esta es una realidad que no puede ser ocultada por la risible “teoría de la especulación” que el gobierno ha inventado para no asumir el costo político de los daños que ha estado causando a la economía y al bienestar de los venezolanos.
Conviene recordar que desde el 2003 el gobierno instrumentó un control de cambio, el cual obedeció no solamente a razones económicas sino también políticas. Ante la caída de la actividad económica en 2002 (-8,9%) y principio de 2003, el elevado nivel de la inflación (31,2% en 2002) y una acelerada y creciente fuga de divisas, como consecuencia de un ambiente de fuerte conflictividad y polarización política propiciada por el carácter autoritario de su proyecto político, el gobierno decidió en febrero de 2003 aplicar un control de cambio fijando el precio del dólar en Bs 1.600, lo que representó una devaluación de 37,8% con respecto al precio promedio del dólar en 2002.
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