El Presidente dijo que está dispuesto a recibir a la oposición en las puertas de Miraflores. Pero las condiciones que estableció, simultáneamente, para adelantar ese gesto, parecen más bien colocarnos ante uno de sus habituales ejercicios de simulación.
"Bájense de esa nube del fascismo"; "Subordínense a la Constitución bolivariana"; "Reconozcan con humildad que aquí hay un jefe de Estado que merece respeto". ¿Son fascistas los partidos democráticos que participaron en el reciente referéndum? ¿Desconocen estos partidos la Constitución? ¿Desconocen esos partidos la autoridad del jefe de Estado? Si este lenguaje es el de tender puentes entonces yo soy el Papa.
Si a la gente a la que se invita a cruzar el "puente" se la acusa, en el mismo acto, de "fascista", de "desconocer la Constitución" y de "no reconocer que aquí hay un jefe de Estado", es evidente que el Presidente busca una excusa para no cruzar el puente que dice estar tendiendo. En verdad, quien debe "vestirse de humildad" y bajarse de esa nube fascistoide que ha sido la ocupación de la Alcaldía Metropolitana y de la Gobernación de Táchira, es el Presidente, y ordenar la devolución de ambas sedes a quienes se ganaron limpiamente el derecho a ocuparlas el 23N. Subordinarse a la Constitución significa dejar de lanzar toneladas de mentiras sobre la oposición, como esa de que esta debe "dejar de atropellar a las misiones y a los cubanos", y hacer de esa falsedad de falsedades la coartada perfecta para desconocer los derechos constitucionales de gobernadores y alcaldes opositores. Partidos democráticos de oposición que han asumido los procesos electorales como momentos estelares de una estrategia democrática están lejos de irrespetar la Constitución. ¿Valoró alguna vez el Presidente el gesto de Manuel Rosales de reconocer su triunfo en 2006? Todo lo contrario; inició contra Rosales una persecución implacable que no cesa. ¿Se puso en cuestión en el reciente referéndum el mandato del Presidente? Evidentemente que no. Para contribuir a crear un clima político menos conflictivo y tenso estoy seguro de que habría interlocutores en la oposición, sólo que el Presidente insiste en desconocerlos, atribuyéndoles rasgos políticos que no poseen. Aquí hay una oposición democrática cuyas credenciales el Presidente insiste en negar. Colocó un taco de dinamita en las bases de un puente que en verdad no ha lanzado. El Presidente pide hechos y no palabras. En verdad, en verdad, es a él a quien corresponde convertir sus contradictorias palabras en hechos.
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