Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

miércoles, 21 de febrero de 2007

CERESOLE DETRAS DEL TRONO / BALDOMERO VASQUEZ SOTO

“La orden que emite el pueblo de Venezuela el 06 de diciembre de 1998 es clara y terminante. Una persona física, y no una idea abstracta o un ‘partido’ genérico, fue ‘delegada’ -por ese pueblo- para ejercer el poder... Hay entonces una orden social mayoritaria que transforma a un antiguo líder militar en un caudillo nacional”. Así interpretó el ideólogo argentino, Norberto Ceresole, en su ensayo Caudillo, ejército, pueblo (1.999), el sentido de aquellos comicios y esa idea la inculcaría en Hugo Chávez. Designación de un Líder, un Caudillo, y no elección de un Presidente, sería el significado real de esas elecciones.

Esa interpretación implicaría que el pueblo se pronunció por “la concentración y la centralización del poder”, el pivote del modelo político “revolucionario” que Chávez ha venido implementando. Chávez asumió que el pueblo venezolano delegó en él su soberanía de manera absoluta e irrevocable y lo facultó para refundar la república a su antojo. Para ello se valió de la Constituyente. A ésta, Ceresole astutamente la enganchó a la elección del Líder, pues la misma no podía ser “un ‘proceso independiente’ de la orden popular ya emitida el 6 de diciembre de 1998, sino parte indesligable de la misma”.

Es decir que quienes en 1998 elegimos un Presidente para que implementara medidas económicas, políticas y sociales, dentro del sistema democrático, que redujeran la desigualdad social, ampliaran la participación popular y combatieran a fondo la corrupción, votamos engañados. Pues el candidato Chávez escondía otro plan en el buche: concentrar el poder en él a partir de la mayoría electoral y perpetuarse en el mismo por considerar que se le eligió Líder supremo.

El plan sufrió un severo traspiés el 04 de diciembre de 2005. La abstención de más del 80% del electorado evidenció la falsedad del carácter “no revocable” de la representatividad que el soberano supuestamente había delegado en el Líder en 1998. Fue un duro golpe al pretendido liderazgo carismático de Hugo Chávez. Pero el pasado 03 de diciembre borró para Chávez el mal sabor de aquel traspiés porque los 7 millones y pico de votos asignados al candidato-presidente por la Cossa Nostra Electoral (CNE), avalados por el atrevido candidato opositor, le han permitido retomar en el 2007 la antidemocrática tesis ceresoliano-fascista de la delegación de soberanía del pueblo y sentirse autorizado para destruir el aparato productivo, el sistema democrático, y extirpar el pluralismo de todas las esferas de la sociedad. Para todo ello ya cuenta con su Ley Habilitante.

El anunciado socialismo del siglo XXI no es más que una máscara política para encubrir el régimen militarista de corte fascista en el cual el chavismo esta hundiendo al país.

tiobaldomero@yahoo.com

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