Xiomara Castro debe ser detenida por sedición y traición a la patriae por Marcelo Duclos

La "mandataria" saliente de Honduras creyó encontrar una excusa para anular las elecciones, que dejaron a su partido en el tercer puesto

Xiomara Castro llamó al pueblo hondureño a desconocer los resultados electorales. Las instituciones deberían activar los mecanismos para el proceso penal en su contra. (Archivo).

Las elecciones hondureñas dieron misterio hasta el último momento, pero siempre hubo una certeza muy clara. Lo que tardó para dilucidarse fue la duda sobre el ganador de los comicios. Es que los dos primeros candidatos, Nasry Asufra, del Partido Nacional, y Salvador Nasralla, del Partido Liberal, disputaron una elección muy reñida, donde cada sufragio cuenta a la hora de dictaminar el vencedor y próximo presidente de Honduras.

De lo que no hubo ninguna duda fue de la baja representación del oficialismo izquierdista, que quedó en un lejano tercer lugar, con la candidatura de Rixi Moncada, del Partido Liberal y Refundación (Libre). Mientras los dos aspirantes más votados se ubican entre 39 y 40 puntos porcentuales, la oficialista Moncada quedó muy lejos con menos de 20 puntos.

Sin embargo, mientras los protagonistas de esta elección deberían ser los candidatos más votados, que se disputan la Presidencia, el gobierno socialista creyó encontrar la excusa para desconocer los resultados de una elección que los sacó a patadas del poder, por la voluntad de la inmensa mayoría.

Xiomara Castro, que por estas horas tendría que ser rotulada como «mandataria saliente», dijo hoy que deseaba «afirmar» que las elecciones presidenciales están «viciadas de nulidad» y llamó a los hondureños a desconocer los resultados. Siguiendo las preferencias electorales de sus compatriotas, lo cierto es que sus palabras tendrían que generar el repudio de, por lo menos, 80 % del padrón electoral.

🚨 ÚLTIMA HORA

La socialista Xiomara Castro, aliada de Nicolás Maduro, declara "NULAS" las elecciones de Honduras en las que su candidata sacó menos del 20 % de los votos.pic.twitter.com/LyPzInntzS

— Emmanuel Rincón (@EmmaRincon) December 9, 2025

Por estas horas, lo único que se tendría que estar debatiendo es el conteo final y definitivo. A lo sumo, si la circunstancia lo justifica, el segundo candidato podría solicitar un recuento, dado el ajustado margen. La sociedad también podría discutir una eventual reforma futura, donde se implemente una segunda vuelta, para que el ganador de las elecciones asuma con mayor gobernabilidad, respaldo y legitimidad. Pero, por lo pronto, el socialismo tendría que estar dejando el poder. Sin embargo, como los típicos izquierdistas de la región, no están dispuestos a abandonar la poltrona. A veces, como ocurrió con el kirchnerismo que no consiguió reforma constitucional, se tienen que ir. En otras oportunidades, los regímenes de izquierda se consolidan y destruyen el sistema desde adentro.

Completamente disociado hasta de las formas, el oficialismo decidió aprovechar el ajustado margen y lo que se comentó en el mundo sobre las elecciones –donde el socialismo debía perder, simplemente en defensa de la democracia– para desconocer el resultado y plantear la nulidad de los comicios.

Para el marco normativo actual, la mandataria saliente debería estar siendo procesada (y detenida, ya que su rol en el Poder Ejecutivo puede interferir con el proceso y con las instituciones nacionales) por sedición y traición a la patria. Según el Código Penal, el alzamiento público, la toma de las atribuciones del pueblo, como la «subversión del orden público» está tipificado como delito de sedición. En la Constitución Nacional, la figura de «traición a la patria» abarca la alteración de la Carta Magna y la «usurpación de funciones y actos contra la soberanía». Las penas por este delito podrían llevar incluso a dos décadas de cárcel.

Los medios chavistas ya salieron a respaldar el relato oficial. Por ejemplo, en TeleSur cubrieron la noticia como la acción del gobierno de enfrentar «el golpe electoral». Es decir, el gobierno es el que defiende al país de la «injerencia» (como si la izquierda no manifestara su preferencia en la región en cada elección) y el «golpe» hubiera sido el proceso electoral. ¿Delirante? Sí. Como el argumento de Castro, que tendría que pasar a la historia brevemente, como un absurdo manotazo de ahogado y no más que eso.

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