Los venezolanos hemos atravesado 25 largos años de profunda crisis y desgobierno, una realidad que nos exige mirar el futuro con lucidez y determinación. La revolución no da para más y ha demostrado ser una vía que no ofrece garantías de bienestar, ni futuro para nuestra nación.
Los venezolanos hemos atravesado 25 largos años de profunda crisis y desgobierno, una realidad que nos exige mirar el futuro con lucidez y determinación. La revolución no da para más y ha demostrado ser una vía que no ofrece garantías de bienestar, ni futuro para nuestra nación.
Hemos llegado a un punto extremo donde el mal vivir se ha normalizado, con salarios que han sido pulverizados y la diáspora de casi la tercera parte de nuestra población, incluyendo un capital humano e intelectual invaluable. Esta coyuntura nos confronta con la necesidad imperante de un cambio profundo y permanente.
A pesar de la oscuridad de la situación, encontramos una luz y una guía en la fe. La Biblia nos recuerda la importancia de la justicia, la verdad y la esperanza, incluso en tiempos de prueba:
"Mira que te he mandado que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el SEÑOR tu Dios estará contigo dondequiera que vayas." (Josué 1:9, RVR60).
Este versículo es un llamado a la valentía y al coraje para los líderes y para cada ciudadano que lucha por la restauración. Nuestro esfuerzo por volver a la Democracia y superar los trastornos del Socialismo del Siglo XXI debe estar anclado en la certeza de que no estamos solos en esta lucha por la dignidad.
Mi ruta sobre la actual crisis económica, social y política exige un liderazgo opositor real, coherente y unificado. Es fundamental realizar todos los esfuerzos a nivel humano, partidista y estratégico para potenciar la lucha democrática.
Proponemos los siguientes ejes de acción:
Desmontar el Centralismo y Fortalecer las Regiones: Este liderazgo debe incorporar y priorizar la representación de las regiones, desmantelando cuanto antes el agudo centralismo político que ha ahogado la toma de decisiones local.
Unidad en la Acción: Es crucial luchar por incorporar todos los sectores opositores, presentando una Ruta de Acciones Estratégicas (RAE) unificada, basada en tácticas programáticas claras y urgentes.
Renovación y Conexión: Dar paso a nuevos rostros acompañados de la experiencia necesaria. Esta renovación debe facilitar la conexión genuina con el ciudadano y generar la emoción y la esperanza indispensable para la transición.
Ciudadanía como Vocería: La vocería de las acciones políticas debe recaer en cada ciudadano voluntario que impulse la democracia, legitimando la lucha desde las bases populares y no solo desde las cúpulas.
Legitimación de Instituciones por el Voto: Es imperativo legitimar los nuevos liderazgos mediante elecciones primarias y asegurar la participación en la legitimación de las instituciones a través del voto con la mayor unidad posible.
Finalmente, estos liderazgos deben prepararse a nivel técnico y ético con una visión unificada:
• Una sola organización (un gran movimiento por el cambio).
• Un solo mensaje (claro, esperanzador y de inclusión).
• Una sola estrategia (coherente y firme).
El objetivo es mejorar de inmediato el estado de cosas que aquejan al ciudadano, quien no aguanta esta situación un día más.
Mi convicción de lucha se reafirma: El horizonte del nuevo hombre no está solo en la lucha política, está en el ejercicio y en la defensa innegociable de los Derechos Humanos, pilares que nos acercan a la justicia que Dios demanda de las naciones.
DC / Abogado Joaquín Chaparro Oliveros / Demócrata Cristiano.&

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