El presidente Donald Trump ha desplegado el mayor contingente militar estadounidense en el Caribe desde la Guerra del Golfo, sin embargo, más allá de los ejercicios, las amenazas y las autorizaciones encubiertas, el petróleo es una limitante de sus planes, señala una investigación publicada este martes por The New York Times.
El trabajo firmado por David E. Sanger, Tyler Pager, Helene Cooper, Eric Schmitt y Devlin Barrett destaca que Trump ha preguntado reiteradamente qué podría obtener Estados Unidos a cambio de una operación contra el gobierno de Nicolás Maduro, con especial interés en “extraer parte del valor del petróleo venezolano”.
Venezuela posee las mayores reservas probadas de crudo del planeta. Este recurso, lejos de ser un incentivo directo para la guerra, representa una complejidad geopolítica que condiciona cualquier acción militar.
El trabajo señala que cualquier ataque que afecte la Faja Petrolífera del Orinoco o los terminales de exportación podría desestabilizar el mercado energético global, impactar a aliados estratégicos y generar consecuencias económicas impredecibles para el propio Estados Unidos.
Además, resalta que el petróleo está vinculado a acuerdos con China, Rusia e Irán, lo que convierte cualquier intento de apropiación en un conflicto de alto riesgo.
Incluso en los escenarios más agresivos contemplados por la Casa Blanca —como ataques aéreos, operaciones especiales o toma de campos petroleros— el crudo aparece como una frontera material y diplomática que impide una escalada sin consecuencias.
Aun cuando Trump duplicó la recompensa por Nicolás Maduro y lo calificó de «narcoterrorista», canceló y luego renovó una licencia para que Chevron, una compañía petrolera estadounidense.
Chevron, la única petrolera que aún opera en Venezuela, se encuentra en el centro de este dilema. “Creemos que nuestra presencia continúa siendo una fuerza estabilizadora para la economía local, la región y la seguridad energética de Estados Unidos”, dijo Bill Turenne, portavoz de Chevron.
Segun The Newe York Times, el petróleo venezolano no es un simple activo sino una frontera que impone límites a los términos de la agresión.

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