El 13 de noviembre de 1950 Caracas y el país estallaron en la conmoción y confusión. La noticia corrió como pólvora, la misma que había sellado el destino del presidente de la Junta Militar, el coronel Carlos Delgado Chalbaud y la del acusado de su homicidio Rafael Simón Urbina.
Tras el derrocamiento del presidente Isaías Medina Angarita, se instaura un gobierno de transición liderado por Rómulo Betancourt y luego por Rómulo Gallegos. Este período fue de grandes reformas democráticas, pero también generó una fuerte oposición de los sectores militares.
Estos militares quienes habían acompañado a Betancourt, el 24 de noviembre de 1948 se alzaron contra el presidente electo Rómulo Gallegos. Golpe de estado que fue liderado por Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez.
Habían transcurrido dos años del nuevo gobierno cuando al amanecer del 13 de noviembre de 1950 en la urbanización Las Mercedes, el coronel Delgado Chalbaud fue interceptado, secuestrado y llevado a una casa vacía. La noticia corrió como un reguero de pólvora, paralizando a la capital. Horas más tarde, el parte oficial confirmaba lo impensable: el presidente de la Junta había sido asesinado.
La respuesta oficial llegó de inmediato, señalando a un viejo conspirador: Rafael Simón Urbina. El caudillo, un fantasma de intentonas fallidas, fue presentado como el autor intelectual del crimen. Pero en los corredores del poder y en las calles las miradas volteaban hacia Pérez Jiménez. El magnicidio olía a trampa, a la mano férrea del ministro de la Defensa.
La tragedia se tiñó de conspiración. Esa misma tarde, mientras Rafael Simón Urbina era trasladado desde la temible sede de la Seguridad Nacional, se anunció su muerte. La versión fue escueta: “Intentó fugarse”. Nadie lo creyó. Era el silencio forzado de un testigo incómodo, el cierre perfecto de un círculo de sangre que dejaba un solo vencedor.
Urbina, el chivo expiatorio, había sido eliminado para que el secreto del poder real nunca saliera a la luz y Pérez Jiménez iniciara su cruel dictadura bajo la sombra del magnicidio y homicidio.

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