
El suministro intermitente de agua en el Hospital José María Vargas, ubicado en la parroquia San José de Caracas, mantiene a pacientes y familiares en condiciones precarias de salubridad.
Por: Crónica Uno
Ante la falta del servicio por tuberías, los acompañantes deben cargar botellones desde sus casas o pagar por usar baños en locales cercanos, mientras que los pocos tanques disponibles resultan insuficientes para cubrir la demanda diaria del centro asistencial.
Según la Encuesta Nacional de Hospitales 2024, siete de cada diez centros de salud públicos en Venezuela reciben agua de forma irregular, y casi la mitad dependen de camiones cisterna.
En el Hospital Vargas, los familiares improvisan con tobos, botellas y pipotes para garantizar la limpieza de las habitaciones y la higiene personal de los pacientes, una situación que genera gastos adicionales y pone en evidencia el deterioro de los servicios básicos.
Los baños del hospital se encuentran en estado crítico: muchos están clausurados o presentan filtraciones, heces acumuladas y lavamanos rotos.
En medio de la escasez, algunos comercios frente al hospital alquilan sus sanitarios a los visitantes. “Aquí llega el agua una o dos horas cada tres días”, relató una familiar, mientras describía cómo deben organizarse para limpiar y almacenar agua cada vez que el servicio retorna.
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