En la Maracaibo de mediados del siglo XIX, una figura emerge con la fuerza de un vendaval y la complejidad de la historia misma: Venancio López del Pulgar y Roldán. Nacido un 7 de noviembre de 1838, en el seno de una familia de abolengo. Este zuliano se forjó como un hombre de combate y de armas tomar, un carácter que le valdría el epíteto con el que se le recordaría para siempre como “El León del Zulia".
Su trayectoria es un fiel reflejo de las turbulentas encrucijadas políticas que definieron a Venezuela. Inició su vida pública luchando bajo las órdenes del centralismo de José Antonio Páez, incluso participando en la sofocación de los primeros alzamientos federalistas en la región zuliana.
Fue esa pasión por la autonomía de su tierra lo que lo llevó a dar un giro crucial. Junto a Jorge Sutherland, comprendió que la verdadera defensa del Zulia pasaba por abrazar la causa federal. En marzo de 1863, proclamó la Federación en el Zulia, un acto de audacia que le granjeó el respaldo unánime del pueblo y lo elevó a Comandante General del Ejército en la región.
La historia de Pulgar, no obstante, está tallada con luces y sombras. Su feroz defensa de lo zuliano tiene un capítulo oscuro que no puede ni debe omitirse: en junio de 1872, llevó a cabo un acto de venganza que marcaría a fuego la memoria colectiva. La Villa del Rosario fue incendiada y saqueada por sus tropas, en un evento trágico que incluyó el asesinato del gobernador de Perijá, Don Antonio Bermúdez.
Este episodio, una de las páginas más dolorosas para La Villa perijanera, nos presenta a un Pulgar contradictorio, un defensor cuya pasión a veces se teñía de una violencia implacable. Esta dualidad es fundamental para entenderlo no como un mito, sino como un hombre de su convulso tiempo.
La vida del "León del Zulia" es mucho más que una serie de anécdotas y leyendas; es un testimonio vivo del origen de nuestro gentilicio. Conocer la figura de Venancio Pulgar, con sus grandezas y sus sombras, no es un simple ejercicio de nostalgia. Es una inmersión en las raíces de nuestro carácter regionalista, de nuestro orgullo y de la tenacidad que nos define como zulianos.

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