Con once años como ministro de la Defensa y once años adicionales de servicio más allá de la fecha en la que debió retirarse, el 5 de julio de 2014, el general en jefe Vladimir Padrino López está atrapado en un cargo que incomoda a muchos, incluido a sus familiares.
Con una recompensa de 15 millones de dólares sobre su cabeza, que valida su apodo de “Guachimán de los Narcos”, su permanencia es un problema multidimensional para Nicolás Maduro, el tirano que la inmensa mayoría de la FAN(B*) aborrece.
En 2015, para impedir que Cilia Flores colocara a su socio Néstor Reverol como ministro de Defensa, Padrino López negoció con Estados Unidos. A cambio de hacer respetar las normas en las elecciones parlamentarias, especialmente la hora de cierre de los centros, Washington reveló la existencia de acusaciones selladas contra los generales Reverol y Molina, piezas clave del cártel de la Guardia Nacional junto con Flores, Maduro y El Aissami, cuyo jefe de operaciones había sido Walid Makled.
Esa filtración sepultó las aspiraciones de la “primera combatiente” de controlar la Fuerza Armada con un hombre de su cártel. Pero meses después, cuando Washington decidió hacer públicas las acusaciones, el régimen reaccionó de inmediato: en menos de una hora Reverol fue nombrado ministro de Interior, Justicia y Paz. Una jugada cínica que dejó claro quién manda y cómo se blinda el cártel en el poder.
¿Cómo sobrevivió Padrino a una jugada que permitió a la oposición conquistar la Asamblea Nacional al frenar el fraude que se fabricaba extendiendo el horario de votación? La impunidad se la debe a los rusos. Rosoboronexport, la empresa estatal que monopoliza la venta de armas, estaba harta de que en Venezuela rotaran ministros cada año, lo que complicaba negocios y “acomodos”. Exigieron a Maduro que Padrino, con una buena pinta, no rotara. Así fue, y además, el general y sus testaferros montaron un lucrativo esquema moviendo fondos mal habidos de militares a bancos rusos. Padrino terminó así al servicio de sus tocayos Lenin y Putin.
Ni siquiera eso le impidió tender de nuevo puentes con Washington. Negoció con la Casa Blanca en torno a la torpe operación del 30 de abril de 2019. Junto con Raúl Gorrín y Maikel Moreno, conversó en múltiples ocasiones con funcionarios de la administración Trump para explorar qué podía obtener a cambio de desconocer a Maduro, usurpador desde el 10 de enero. El plan fracasó, pero Padrino sobrevivió otra vez gracias al enchufe ruso.
Hoy Maduro enfrenta un dilema existencial: reemplazarlo implicaría abrir un avispero en un entorno militar frágil y hostil. El 28 de julio de 2024 quedó claro que los militares y sus familiares votaron igual que la población civil: contra el régimen. El repudio dentro de la FAN(B) podría ser incluso más profundo, pues Maduro ha usado la inteligencia cubana, vía los terroristas de la DGCIM para vigilar y reprimir sin piedad a una institución que Chávez fracturó desde el 14 de abril de 2002 y que jamás ha tolerado a la pareja Flores Maduro. La FAN(B) no los respalda; está demasiado dividida para cumplir su mandato constitucional de expulsar a quienes usurpan y abusan del poder, sostenidos por una cúpula militar megacorrupta.
La presión externa, sobre todo de Estados Unidos, y el deseo silencioso pero firme del pueblo de recuperar la libertad están reduciendo esas divisiones. Dentro de la FAN(B*) se perfilan dos bandos: narcos, mineros y represores por un lado, y del otro quienes no han participado directamente en delitos ni en opresión. Guarnición por guarnición, los cálculos revelan que los “criminales expuestos” son una minoría de la cual muchos buscan ya distanciarse para salvar el pescuezo.
El rumor de que Padrino López muere de cáncer es solo eso: un rumor. La verdad es que él mismo se ha convertido en un cáncer metastásico para la Fuerza Armada. Todos buscan cómo alejarse de quien hizo de todo, y más, para ganarse la recompensa millonaria que pesa sobre su cabeza. ¿Lo salvarán los rusos esta vez? Muy pronto lo sabremos. Lo que sí está claro es que la historia lo condenará, ya sea refugiado en Moscú o en la cárcel que merece para siempre.
Originalmente publicado en la cuenta de X del autor @pburelli
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