De cifras y lecturas Por Rafael Augusto López

El 28 de julio de 2024, es decir, hace un año los venezolanos conocimos de manera real la cantidad de votos que había obtenido cada candidato a la Presidencia de la República: Edmundo González Urrutia alcanzó casi 8 millones y Nicolás Maduro no llegó a los 5 millones. A partir de allí se gestó un golpe de Estado, encubierto y cohonestado por el Consejo Nacional Electoral y demás poderes públicos, proclamando como ganador a Nicolás Maduro. De allí en adelante este organismo enmudeció. Es tan monstruoso lo que hicieron, que transcurridos 372 días no se atreven a mostrar cifras, en primer lugar porque cualquiera que publiquen independientemente de la elección, ya sea que favorezca o no a determinado candidato, nadie lo va a creer; y en segundo lugar, porque si publican los números arrojados el 28J, tendrían que llevarse sus enseres a la cárcel, pero como este es un delito de lesa humanidad no prescribe y por lo tanto adonde quiera que vayan esa espada de Damocles los persigue.

Hoy en día, cómo alguien puede darle confiabilidad a lo que diga el grupo que conforman el llamado “poder electoral”; se acaba de realizar una mascarada llamada elecciones de alcaldes y concejales, además de las irregularidades que nunca faltan antes, durante y después de cada proceso, los números no son creíbles. De lo que sí estoy totalmente seguro es que, en ningún municipio del país, algún candidato logró una cantidad de votos cercana a la obtenida por Edmundo González Urrutia. Sin poder tener acceso a esos números, aunque sean tracaleados, me atrevo a asegurar que el porcentaje de abstención el 27 de julio, fue en algunos casos igual y en otros mayores al registrado el 25 de junio.  Un síntoma relevante de la cohabitación electoral, legislativa y financiera, es que no hubo un solo reclamo o denuncia de irregularidad, en ninguna mesa. A la tiranía lo que le interesaba era que los coligados movilizaran alguna gentecita para que los centros no se vieran tan íngrimos, y a estos últimos que les colocaran alguna cifra que no fuera tan vergonzante, es decir, agarrando, aunque fuera fallo. He tratado de conseguir datos creíbles, pero ese es el problema. Sin embargo, tomando como ciertos los votos que se manejan en Alberto Adriani, cuya capital es El Vigía, al parecer los que sufragaron están alrededor de 31.000, de los cuales Lisandro Segura obtuvo 21.000 y piquito de votos, mientras que el candidato del PSUV, el Coco Reyes, sacó 9.000 y piquito de votos. Es decir, que la abstención fue cercana a 70% porque según el REP 97529 tienen derecho a votar. En otras palabras, Lisandro aumentó 2.066 votos en comparación con los que ganó en el 2021, pero sacó 22.411 votos menos que los obtenidos por Edmundo González Urrutia el año pasado. Y el PSUV con el Coco Reyes perdió 1514 votos en comparación con los 10.864 votos alcanzados por Nicolás Maduro hace un año. En Guaraque, con un REP de 7.152 electores, sufragaron 3.595, de los cuales el PSUV logró 1.671 votos y la coalición encabezada por UNT alcanzó 1.924 votos. Aquí hay varias cosas que se deben destacar, la primera es que el alcalde saliente Herlis Méndez a pesar de que conta deba con el respaldo de la inmensa mayoría, hizo lo mismo que Rosalino Quintero en Pueblo Llano, no aceptamos que nos vuelvan a robar, dos líderes con gran vocación democrática, con mucha sapiencia política y con una inquebrantable dignidad. En segundo lugar, a pesar de que la abstención el 25 de junio fue de 80,5% en esta oportunidad hubo mayor participación, es decir, la gente entendió que se corría el riesgo de que un chavista regresara a la alcaldía, a tal punto que, en esa elección de gobernador, legisladores y diputados, Liliana Guerrero sacó 4 votos de UNT y la semana pasada UNT obtuvo 1.924 votos. Un amigo me comenta, que al parecer a la alcaldesa saliente de Andrés Bello (La Azulita) María Elena Villasmil, le montaron una trampa, para la que se prestaron consciente o inconscientemente algunos alcaldes “opositores” quienes le propusieron fuera candidata a la gobernación, ella aceptó y la inhabilitaron para ejercer algún cargo público, para el PSUV era de vida o muerte recuperar esa alcaldía, pues es el pueblo natal de Ramón Lobo y del general comandante de la ZODI  Mérida, hijo de dos líderes de AD en La Azulita ya fallecidos,  Benjamín Guerrero y de Cira Ochea de Guerrero, pero, sobre todo para poner orden en la casa a quienes se habían rebelado contra la imposición desde Caracas de un candidato que nadie conocía. Hay que reconocer que el papel de la profesora Josefa Duran fue colosal. Ahora, si María Elena hubiese sido candidata la paliza habría sido de antología, por eso la inhabilitaron. La jugada es propia de los bandidos.

Cada quien tiene su conveniente lectura. Dicen que hay quienes solo saben leer en su propio libro, otros en cualquier libro, y por último los que todavía no han aprendido a leer. Lo primero que debemos acotar es que a la mayoría de las personas con las que he conversado lo que me preguntan es cuántas alcaldías ganó Maduro, cuántas alcaldías ganó la oposición. Yo lamento que sea así, lo relevante es determinar si la abstención estuvo en los límites registrados en el proceso del 25 de junio, porque el hecho de no haber acudido a votar no es un simple acto de abstención, no, es un acto de resistencia y de lucha contra el golpe del 28 de julio de 2024. Por eso te sugiero, amigo lector, que compares la rebelión del 25 de junio con la del 27 de julio y si se mantienen en rango aceptable, comprobarás que nadie podrá pasar la página de esa gesta heroica, de ese día inolvidable y que la gran mayoría de los venezolanos lucharemos hasta el final.

Jesús “Chuo” Torrealba ha dicho que María Corina Machado está en una disociación grave, porque considera que la quinta victoria de la oposición es la pérdida de alcaldías. María Corina no necesita que alguien la defienda, pero por respeto a mis lectores y a mí mismo, tengo que decirle a Chuo Torrealba que María Corina jamás ha dicho eso; pero, en todo caso, si Chuo tiene razón, entonces la inmensa mayoría de los venezolanos sufrimos disociación grave, porque no nos hemos rendido y continuamos luchando porque el presidente que elegimos el 28 de julio del año pasado asuma la conducción del país, es lo mismo que persigue María Corina Machado. Una persona que sufra disociación grave no puede refugiarse en la clandestinidad para liderar la lucha contra la tiranía como lo viene haciendo, dando los pasos y haciendo los contactos necesarios para lograr el propósito que todos perseguimos. Cuando usted cumplió el rol de coordinador de la MUD, todavía podía desplazarse por el país, espero que todavía recuerde la emboscada que le tendieron creo que, en Altamira, o en La Castellana, que tuvo que fajarse como si fuera Ramoncito Arias o el Morocho Hernández; si hoy usted estuviera dirigiendo la resistencia no podría ni asomar la nariz, porque amanecería secuestrado. Es muy fácil acudir a los medios que el régimen protege a decir todo cuanto no le ponga las orejas calientes al gobierno, pero qué difícil es estar en la clandestinidad, cambiando cada rato de techo para evitar que la desaparezcan. Lamento que no hayas captado que hace un año este régimen nos dijo a los demócratas olvídense que por los votos vamos a entregar el poder. Entonces la única opción es por las malas y así será, y precisamente para eso están trabajando María Corina, Edmundo González Urrutia y miles y miles de venezolanos a lo largo y ancho del país. Entonces, permíteme preguntarte ¿quién sufre de disociación grave? ¿Quienes destruyeron a Venezuela o quien está luchando muy duro y a tiempo completo para reconstruirla? ¿O los que no creen que pasará?

Cierro esta columna, felicitando a todos los que han pasado por el diario El Nacional durante estos 82 años que se cumplirán mañana, desde que Miguel Otero Silva abrió esta ventana de libertad que ni los peores totalitarismos la han podido cerrar, ni podrán. 

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