La historia es multifacética y todos sus componentes son importantes, en función de la perspectiva que se adopte.
En este caso, privilegio la geografía, la economía y la política.
La región zuliana, tiene una tipicidad geográfica muy marcada, la centralidad del lago, el anfiteatro montañoso que la circunda y aísla y la comunicación directa con el mar.
Situación privilegiada, pero políticamente perjudicial, ya que siempre nos ubicó periféricos con respecto a los centros de poder, como lo fueron Bogotá y Caracas, en la época colonial y esta última durante la República.
En ambos periodos, padecimos sistemas políticos hiper-centralizados, con grave perjuicio a los legítimos intereses de la región.
En términos económicos, el caso más grave, es el más reciente, el llamado período petrolero.
Hasta la década de los 70 del siglo 20, los principales yacimientos en producción se encontraban en el Zulia, desde donde se generaba la mayor parte de la renta petrolera, que moderniza al país y convirtió a Caracas en un gran centro metropolitano.
El Zulia y Maracaibo también se modernizaron, pero en proporción progresivamente desigual y ello se evidencia a la vista, en particular en la Costa Oriental, epicentro de la explotación petrolera, en un estado de casi total abandono.
Este deterioro progresivo, de todo el Zulia y la desigualdad creciente entre la capital y el resto del país, en las últimas décadas ha aumentado, en la misma medida que se derrumbó la producción petrolera y se reforzó el centralismo.
Los esfuerzos de descentralización que se hicieron a partir de 1989, un importante avance politico-juridico institucional, parece haber quedado en el papel, porqué en la práctica, todo se decide en Caracas así se cumple el perverso sistema gatopardiano, de cambiar para no cambiar.
Avanzar un paso y retroceder dos. El Zulia y las regiones de todo el país, se condenan al atraso, de no retomarse la descentralización, como el camino mejor hacia el futuro.
Ex Rector de LUZ
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