– La desconfianza en el bolívar no es un fenómeno reciente ni un simple efecto secundario del mercado paralelo. Es, en realidad, el reflejo de un desequilibrio estructural entre la oferta y la demanda de divisas en Venezuela. Culpar a plataformas como “Dólar Monitor” resulta equivocado: estas herramientas solo retratan con crudeza una realidad económica que ya no puede maquillarse.
– Hoy, la oferta oficial de divisas por parte del Estado se ha reducido de forma crítica, mientras que el sector privado continúa demandando dólares con intensidad. Esta brecha creciente alimenta una presión constante sobre el tipo de cambio, lo que provoca una depreciación progresiva del bolívar.
– Sin un giro en la política cambiaria del gobierno, contener esta dinámica será inviable. Las medidas administrativas, como el bloqueo de páginas que informan sobre el valor del dólar paralelo, no resuelven el problema de fondo. Son intentos por silenciar el termómetro en lugar de tratar la fiebre: no atacan las causas estructurales que distorsionan el sistema.
– En consecuencia, el mercado paralelo seguirá existiendo, y con él, nuevas referencias para el valor del dólar continuarán emergiendo. La necesidad de contar con una cotización creíble y accesible no desaparecerá mientras persista la incertidumbre cambiaria.
– Todo apunta a que, en los próximos días, el tipo de cambio paralelo volverá a escalar, ampliando aún más la brecha con la tasa oficial. Esta dinámica se ve agravada por factores adicionales, como la “salida” reciente de Chevron, que representa un golpe considerable a los ingresos petroleros del país, y por ende, a su capacidad de generar divisas.
Asesor Inmobiliario – Economista
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