¿Podría ser el 23 de febrero de 2025 el Día de la Independencia de Europa? Bien podría serlo si el ganador de las elecciones alemanas, Friedrich Merz, se sale con la suya.
Resulta sorprendente que Merz, el atlantista y halcón fiscal alemán por excelencia al que muchos consideraban irremediablemente atascado en la década de 1980, celebre su victoria derribando uno de los pilares fundamentales de la política conservadora alemana desde Konrad Adenauer, el primer canciller del país en la posguerra. “Mi prioridad absoluta será fortalecer a Europa lo antes posible para que, paso a paso, podamos lograr realmente la independencia de Estados Unidos”, declaró en su primera entrevista tras las elecciones.
Otros líderes siguen intentando tener el oro y el moro: hablan de defender a Europa mientras trabajan con Estados Unidos. No es el caso de Merz, que ha lanzado lo que equivale a un ataque frontal contra el aliado más cercano de Alemania, llegando incluso a acusar a Estados Unidos de injerencia electoral, a la par de Rusia.
Desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, las relaciones entre Estados Unidos y Europa están sumidas en una paradoja fundamental. Por un lado, los europeos intentan demostrarle a Trump que están dispuestos a hacer más a cambio de las garantías de seguridad estadounidenses. Por otro lado, Estados Unidos, cuya protección buscan, está tratando de obligar a un aliado de la OTAN a renunciar a su propio territorio y presiona a Ucrania para que admita su propia violación y saqueo económico. Exigir que un país desesperado y asolado por la guerra ceda a perpetuidad la mitad de sus ingresos procedentes de minerales críticos y metales de tierras raras es una extorsión que haría sonrojar incluso a un jefe de la mafia.
Quizá por eso Merz ha sido por demás osado al insistir en que Europa tendrá que encontrar la forma de pasar de la dependencia total de Estados Unidos a alguna suerte de independencia.
En mi grupo de expertos, el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, hemos lanzado una “Iniciativa Europea de Seguridad” para explorar cómo podría ser esto. Antes de la victoria electoral de Trump, hablábamos de cómo podemos defender a Europa con menos Estados Unidos. Pero los europeos se preguntan cada vez más cómo defenderse de Estados Unidos.
Merz parece tener muy claro que convertirse en el líder que Europa necesita no solo significa reestructurar las relaciones de Alemania con Francia y Polonia, sino también elaborar una relación completamente diferente con el Reino Unido. Una vez que regrese de lo que seguramente será un primer viaje a Washington sumamente frustrante, es posible que el primer ministro británico, Keir Starmer, también vea las cosas de este modo.
Pero, para tener alguna posibilidad de éxito, Merz también tendrá que superar el daño que se autoinflige la ultra ortodoxia económica alemana. La supresión del “freno de la deuda” constitucional, introducido por su predecesora y correligionaria Angela Merkel, es necesaria no solo para que Europa pueda rearmarse, sino también para financiar las inversiones en infraestructura, energías renovables y digitalización que se necesitan con tanta urgencia.
Merz ha insistido en que los principales partidos europeos deben replantearse su enfoque en materia de inmigración. Pero ha sido mucho menos claro respecto de cómo hacerlo de forma que refleje los retos demográficos de Europa. En última instancia, lo que se necesita es un conjunto de políticas que restablezca el control de las fronteras y los flujos de población, que limite el impacto negativo de esos flujos en los miembros más vulnerables de la sociedad y, al mismo tiempo, que tenga en cuenta la mano de obra necesaria para el crecimiento económico, la innovación y los servicios públicos.
En cuanto a la política ecológica y al medio ambiente, el interrogante para Alemania y Europa será cómo evitar una compensación de suma cero entre la reducción de emisiones y la reducción de precios. La única respuesta es crear una política ambiental que también sea una política industrial.
¿Pero cómo? Un interrogante fundamental que subyace a todas estas cuestiones, desde la inmigración y la transición ecológica hasta el comercio y la defensa, es cómo hacer que la interdependencia sea menos riesgosa. ¿Cómo darles a las personas que han quedado rezagadas la sensación de que el gobierno las mantendrá a salvo en un mundo peligroso, sin rodearse de murallas?
La independencia que promete Merz obligará a Europa a replantearse muchas de sus relaciones, incluidas las que mantiene con China, Israel, India y, por supuesto, Estados Unidos. Y necesitaremos una clase política capaz de ver las cosas con claridad y de hacer cambios radicales. Merz no estará solo a la hora de conducir a Alemania hacia un nuevo consenso. Es casi seguro que tendrá que liderar una coalición con los socialdemócratas (SPD), lo que en realidad puede ayudarlo a llevar a su partido a un lugar diferente, especialmente en lo que respecta al freno de la deuda. Las coaliciones en Alemania muchas veces han sido una fuente de debilidad gubernamental, pero en este caso una gran coalición de los principales partidos de centroderecha y centroizquierda podría ser una fuente de fortaleza.
Merz es un candidato poco probable para este cambio. Su principal crítica a Merkel cuando ambos competían por el liderazgo de la Unión Demócrata Cristiana fue que la excanciller se había alejado peligrosamente de la ortodoxia de su partido. Pero de la misma manera que hizo falta un canciller del Partido Socialdemócrata (SPD), el saliente Olaf Scholz, para empezar a aumentar la inversión en defensa y cortar los lazos del país con Rusia, Merz, el ultra atlantista y conservador fiscal, podría ser el único político alemán capaz de enterrar de forma creíble el freno de la deuda y allanar el camino hacia una Europa verdaderamente independiente.
Mark Leonard, director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, es autor de The Age of Unpeace: How Connectivity Causes Conflict (Bantam Press, 2021).
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