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Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

sábado, 29 de marzo de 2025

¿Cómo entender lo que está haciendo Trump a Maduro? Por Rafael de la Cruz / Mar


En el caso de Venezuela la administración del presidente Trump ha dado muestras de un gran activismo. Las recientes medidas para acorralar al régimen de Maduro son irrefutablemente prueba de que se lo está tomando muy en serio: revocatoria de licencias a empresas petroleras; designar a Maduro como el jefe del Cartel de los Soles y de Tren de Aragua, que a su vez ha sido designado como una organización terrorista; y hace pocos días un golpe masivo al mercado negro petrolero, imponiendo 25% de aranceles a cualquier país que compre petróleo o gas directa o indirectamente de Venezuela.

Las políticas de Trump pueden analizarse bajo dos teorías:

La primera, la favorita del régimen y de los normalizadores y cómplices es que Trump es un dealmaker, le gusta negociar y ser pragmático. En este marco, las relaciones con Venezuela no serían guiadas por cuestiones ideológicas, sino buscando asegurar recursos y proteger los intereses económicos de empresas americanas. Esta versión de Trump, quiere ver en él un personaje que va a cambiar deportados por petróleo y dejar tranquilo al régimen. A estas alturas, es evidente para cualquiera que ese Trump no existe.

El verdadero Trump es el vértice de un vasto movimiento de reconfiguración de la economía y la sociedad norteamericana. Veamos esto más de cerca.

Desde la segunda guerra mundial, el adversario principal de los Estados Unidos fue la Unión Soviética en alianza con la China empobrecida de Mao Tse-tung. En los años setenta Nixon y Kissinger decidieron romper esa alianza abriendo a China las relaciones internacionales con Occidente, y el mercado mundial. Encontraron en Deng Hsiao Ping el líder capaz de entender la oportunidad de dejar de lado la fracasada economía socialista y emprender el camino de una economía capitalista moderna. La esperanza de Kissinger era que la liberalización de la economía llevaría a una liberalización de la política y al fin del partido comunista. Esto no sucedió a pesar del masivo movimiento social que terminó en la Plaza de Tiananmen. Pero lo que si sucedió fue la ruptura de la alianza con la Unión Soviética. 

Con China abierta a la inversión de occidente, la industrialización de este país ha seguido un proceso acelerado de crecimiento, elevando los estándares de vida de millones y creando una clase media masiva. Nunca China ha sido tan rica.

Simultáneamente al desarrollo industrial de China, se produjo un proceso de desindustrialización en los Estados Unidos, que dejó atrás a grandes sectores de la clase obrera americana. La eliminación de empresas tradicionales que se relocalizaron en China y otros países dejaron sin trabajo o con empleos precarios a grandes sectores de trabajadores. A su vez, el crecimiento fenomenal de las industrias tecnológicas americanas ha creado una riqueza sin precedentes y millones de empleos especializados en los Estados Unidos, pero no ha podido absorber a la clase obrera. La gran tragedia de los blue collar americanos es haber quedado atrapados entre el tectónico movimiento de la relocalización industrial global, y la declinación de sus fuentes de trabajo tradicionales.

Este sector de la sociedad americana, que representa el 25% a 30% del total de la población, se ha convertido en la principal fuerza propulsora de un nuevo nacionalismo en los Estados Unidos. El partido republicano entendió esto desde hace mucho tiempo, y se empezó a orientar hacia este sector con planteamientos de reindustrialización, y de hacer atractivo a los Estados Unidos para la inversión global.

Con la disolución de la Unión Soviética, la amenaza geopolítica empezó a trasladarse a China. Para 2024, China era ya la segunda economía mundial, con un PIB de 18 billones de dólares. A pesar de que los Estados Unidos sigue liderando con un PIB de 29 billones de dólares, China busca ejercer su influencia, particularmente en el Pacífico, pero también procurando expandirse económicamente a través del globo, y especialmente en América Latina.

Estados Unidos, bajo la administración de Trump, está respondiendo a esta amenaza recalibrando su estrategia geopolítica hacia el Indo-Pacífico. La presión sobre los aliados europeos para que asuman un mayor compromiso en su defensa es una muestra de este cambio, buscando reorientar mayores recursos económicos y militares hacia Asia.

En este contexto, la administración de Trump ha demostrado un renovado interés en América Latina. 

El primer Secretario de Estado latino, Marco Rubio, ha hecho sus dos primeros viajes oficiales a América Latina y al Caribe. Está en marcha lo que podríamos entender como un renacimiento de la doctrina Monroe (América para los americanos) esta vez no tanto por la competencia con Europa, sino para poner un freno al avance de China en la región. El reclamo sobre la presencia china en el canal de Panamá y la vigorosa actividad de presión sobre el régimen de Maduro, son dos casos de un movimiento mucho más amplio de enfrentamiento a países extra-regionales y adversarios de los Estados Unidos y de la democracia.

A Venezuela la vamos a liberar los venezolanos. Eso nos corresponde a nosotros. Y sin duda tenemos en los Estados Unidos un aliado con intereses estratégicos que favorecen de manera decisiva esta lucha por la democracia y la libertad en nuestro país. El que tenga ojos que vea y saque cuentas.

EL NACIONAL.

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