La pelota en el tejado de Maduro / Por Carlos Silva

Cuando el fiscal de la CPI Karim Khan dijo el lunes 2 de diciembre que la pelota estaba “en el tejado de Venezuela”,  no se refería sino al tejado de  Maduro. La locución coloquial que el jurista británico escogió, como registra el Diccionario de Oxford, significa que depende de alguien o está bajo su responsabilidad la resolución del asunto del que se trata.

 Es improbable, sin embargo, que Maduro devuelva adecuadamente esa pelota, pues el asunto consiste en la implementación de leyes y prácticas como parte del principio de complementariedad, que debe evitar que se oculten investigaciones, para solicitar el cierre del caso abierto en la Fiscalía del tribunal internacional.

Y es que esa vía “se está quedando en el camino”, como denuncia Khan, porque para el régimen chavista en Venezuela nunca se ha cometido crímenes de lesa humanidad, sino  que todo se limitaría a un “puñado de incidentes” de exceso por parte de agentes del Estado, que por lo demás habrían sido provocados por “la magnitud e intensidad de las acciones de violencia”.

Pero el Informe 2022/23 de Amnistía Internacional sobre los derechos humanos en el mundo recuerda que la Misión de Determinación de los Hechos identificó a un grupo de personas de organismos de inteligencia que habían llevado a cabo detenciones arbitrarias y actos de tortura y otros malos tratos, “así como a una cadena de mando que las vinculaba directamente con Nicolás Maduro y pidió que se las investigara por crímenes de lesa humanidad”.

La CPI desestimó en marzo el recurso en contra de la reanudación de la investigación abierta en noviembre de 2021 por presuntos crímenes de lesa humanidad en Venezuela, pese a que el gobierno de Maduro había recurrido al “principio de complementariedad”.

El tribunal internacional, que investiga crímenes durante las protestas antigubernamentales de 2014 y 2017,  ahora analiza también las denuncias recibidas luego de las presidenciales del 28 de julio, cuando el régimen de Maduro desató una represión feroz  contra manifestaciones populares espontáneas que denunciaban el fraude en esas elecciones. 

“La complementariedad no puede ser una historia interminable”, alertó Khan en su discurso del 2 de diciembre en la reunión anual de Estados miembros de la CPI, en lo que constituye un mensaje claro a Maduro de que entre los planes del tribunal internacional no figura permitirle que  siga dándole largas al asunto.

 La actitud del régimen explica por qué el fiscal no ha visto “la implementación concreta de leyes y prácticas que esperaba”.  Por ello advirtió que las investigaciones de la Fiscalía “siguen en curso y están activas”,  y relacionó las decisiones que su oficina está tomando con el imperativo sencillo de que los venezolanos tienen el mismo derecho que las familias que conoció recientemente en Libia o en Bangladesh.

Eso permite conjeturar que  el fiscal Karim Khan  hará valer el objetivo de la CPI, que es  la universalización de los derechos humanos,  y que el especialista en derecho penal internacional y derecho internacional de los derechos humanos merece un voto de confianza de las víctimas frente al temor de abandono.

 Maduro, que es como su socio Putin en el crimen contra la vigencia de esos derechos, lo reduce todo al argumento consabido de que el fiscal Khan se dejaría “llevar” por  “campañas públicas en redes sociales impulsadas por la extrema derecha y las potencias occidentales” que pretenderían aplicar lo que el chavismo insiste en llamar “colonialismo jurídico”.

Pero la Corte Penal Internacional acumula desde 2018 pruebas de crímenes de lesa humanidad que podrían convertir pronto al jefe del régimen venezolano que tortura, mata y roba elecciones en “un hombre en busca y captura” como su socio ruso, perseguido ya por crimen de guerra. La ominosa pelota en el tejado que probablemente Maduro nunca podrá devolver con solvencia.

EL NACIONAL.