Castro Pimentel: “Hay un problema con la calidad de la gasolina”. Cortesía Ministerio del Petróleo
Por Alexander Uzcátegui y Andrés Rojas Jiménez
Ramón Castro Pimentel fue uno de los gerentes de Petróleos de Venezuela (PDVSA) que estuvo a cargo de la apertura del negocio de las estaciones de servicio durante el segundo gobierno de Rafael Caldera e inicios de la gestión de Hugo Chávez y tiene un conocimiento del país cuando se le mira con el número de estaciones de servicio que existen en la actualidad.
“Con los dos millones de vehículos que tenemos, hacen falta por lo menos 1.500 estaciones”, dijo Castro Pimentel a Petroguía. Es del criterio que debería propiciarse una progresiva eliminación del subsidio y que se fije una tarifa que cobra los costos de producción.
De acuerdo a sus cálculos, el precio de 50 céntimos de dólar por litro más que duplica los costos de producción y distribución (está 150% por encima). “La gasolina debería cobrarse a 20 céntimos de dólar por litro”, afirma.
-¿Hasta qué punto puede llegar la estabilidad en el suministro de gasolina?
-Creo que vivimos una situación de precariedad permanente. Es cierto que hay cierta estabilidad en el abastecimiento porque se están produciendo 100.000 barriles diarios entre las refinerías de Cardón, Amuay y Puerto La Cruz. Sin embargo, no hay la seguridad que antes se tenía en el suministro. Por otro lado, se redujo la demanda cuando se observa que Venezuela pasó de consumir 180.000 a 110.000 o 100.000 barriles diarios.
Otro factor que se debe tomar en cuenta en la disminución del consumo de combustibles es que el parque automotor se contrajo. De 3 millones de vehículos se pasó a aproximadamente dos millones o un millón 800.000 vehículos, con la emigración de 6 millones de venezolanos.
-¿El precio de a 50 céntimos de dólar por litro cubre los costos de producción, distribución y refinación?
-Los cubre de más. En Estados Unidos el precio de la gasolina es 90 céntimos de dólar por galón (3,85 litros). Nosotros estamos pagando dos dólares por galón, más del doble de lo que paga el consumidor estadounidense.
Por tanto, si se quiere acabar con la operación “Mano de hierro” –referida a las mafias del contrabando de combustible- deberíamos tener un precio internacional que cubra los costos y la gasolina y debería cobrarse a 20 céntimos de dólar por litro.
Con un mismo precio que sea estable en el tiempo se acaba con las mafias de la gasolina subsidiada. La confianza no se decreta, sino que se gana.
-¿Qué organismo supervisa la calidad de la gasolina que se expende?
-En los tiempos en que en la industria petrolera existían controles con organismos como Intevep y el Ministerio de Energía y Minas. En ese momento, cada vez que había un bache en la producción de gasolina, se analizaba para ver si cubría el octanaje requerido y era la mezcla adecuada. Actualmente, eso no se hace. Sale lo que sale y lo que sale es lo que se vende. Eso implica que hay un problema con la calidad de la gasolina y por eso son muchos vehículos que se dañan. Las fallas han disminuido en el tiempo, pero de que hubo problemas con la calidad de la gasolina la hubo y en algunas partes se mantiene, es real.
La inspección de la calidad del combustible no es difícil de subsanar. Eso le compete al Ministerio del Petróleo para lo que necesitan determinados equipos, que no se sabe si existen.
-¿Eso quiere decir que las fallas de los vehículos es por la calidad de la gasolina?
-Hay fallas y por eso los conductores se quejan. Personalmente yo he tenido problemas con el suministro de la gasolina, me ha tocado vaciar el tanque dos veces porque la gasolina ha destruido la pila. Eso no ocurría antes porque había controles.
-¿Qué tipo de gasolina se está vendiendo? ¿Cuál es su octanaje?
-Entiendo que es una gasolina por encima de 91 octanos, pero hay veces que sale combustible de 83 octanos, que hace que te pistonee el carro. Uno lo sabe por el ruido que se hace en el motor.
-¿Cuál es el marco legal para que los privados puedan participar en el negocio de las estaciones de servicio?
-El marco que legal que impera data de 2008 que es la Ley Orgánica de Reordenamiento del Mercado Interno de Combustibles Líquidos, que establece que todas las estaciones de servicio tienen que estar abanderadas por PDVSA y que son su propiedad. Con respecto al cambio de concesionario en las estaciones de servicio, hemos visto que eso ha ocurrido en las privadas. Anteriormente el concesionario se escogía de acuerdo a unos estándares de calidad, capacidad financiera y comercial y experiencia. Se analizaban entre 500 y 600 candidatos, se escogía un candidato y se la daba un contrato, el cual duraba un tiempo reglamentario y luego se renovaba.
Actualmente los contratos han sido violentados porque existen cláusulas que lo permitieron. Por eso vemos que ahora sacan al concesionario vigente y ponen a quien les dé la gana.
Hoy en día hay cambios intempestivos. También estamos viendo que hay gobernadores del oficialismo que quieren la estación de servicio y la toman. Si aún siendo la dueña de la estación de servicio, PDVSA recibe una contraprestación por esa práctica, lo desconozco.
Algunos concesionarios que le han dado la estación, los han retirado en un año. No hay reglas claras y no hay estabilidad. De esta manera, la gente no puede invertir.
-¿En Venezuela hacen falta más gasolineras?
-Con los dos millones de vehículos que tenemos, hacen falta por lo menos 1.500 estaciones más para prestar un buen servicio, para que nadie haga cola y que la estación de servicio se convierta en un centro de negocio y le de trabajo a la población. Eso pasa por la necesidad de reglas claras, estables en el tiempo e iguales para todo el mundo, cosa que con este sistema eso no es viable.
-¿La Ley Antibloqueo ofrece garantías para la participación de los privados en el negocio de las estaciones de servicio?
-Yo no creo que ofrezca las garantías. Sin embargo, la realidad es la que confirma si hay garantías o no.
-¿Luego que se aprobó la Lay Antibloqueo, Venezuela ha obtenido las inversiones necesarias para lograr el desarrollo y cumplir con sus objetivos?
-No. La confianza no se decreta, la confianza se gana. Con reglas claras, estables en el tiempo e iguales para todo el mundo.
En Estados Unidos el precio de la gasolina es 90 céntimos de dólar por galón (3,85 litros). Nosotros estamos pagando dos dólares por galón, más del doble de lo que paga el consumidor estadounidense.
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