El dólar de Estados Unidos ha emergido en algunos de esos lugares como una solución de urgencia, pasando incluso por encima de férreas posiciones ideológicas. El debate sobre la dolarización ha vuelto a irrumpir con fuerza en la región.
“Se está autorizando la apertura de cuentas a todo nivel en divisas convertibles, en dólares”, dijo, a principios de año, Nicolás Maduro, admitiendo que la divisa estadounidense es una “válvula de escape” para la economía del país, en profunda recesión desde hace más de un lustro.
En cualquier quiosco o establecimiento de los principales municipios hay sencillos datáfonos. El sistema comercial del país se ha puesto las pilas ante la adversidad y es uno de los más digitalizados del mundo. Si no pagasen con tarjetas o transferencia, los venezolanos tendrían que hacer frente a algo tan sencillo como la compra semanal con bolsas repletas de billetes.
Tensiones y desigualdad
De ahí que el escape para muchas personas haya sido optar por el dólar, que genera precios más estables (aunque ha llegado a producirse inflación en dólares) y que entra al país, principalmente, a través de las remesas que los venezolanos en el exterior envían a sus familiares. Fueron unos 3.500 millones de dólares en 2019, según la consultora Ecoanalítica. Ese registró, eso sí, disminuyó el año pasado por la crisis mundial.
De ahí que el escape para muchas personas haya sido optar por el dólar, que genera precios más estables (aunque ha llegado a producirse inflación en dólares) y que entra al país, principalmente, a través de las remesas que los venezolanos en el exterior envían a sus familiares. Fueron unos 3.500 millones de dólares en 2019, según la consultora Ecoanalítica. Ese registró, eso sí, disminuyó el año pasado por la crisis mundial.
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