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¡No soy tu cadena!
Te haré compañía.
Soy incansable e infatigable:
Por eso llevo en mi intrépido corazón
Las corrientes que da vida,
Que puede curar y socorrer.
Soy como árbol que absorbe agua de la roca estéril
Y la expulsa en una corriente incesante de servidumbre.
Rabindranath Tagore
La historiografía nacional ha exaltado el heroísmo de la población masculina e invisibilizado la lucha constante y perseverante del sector femenino. Hemos estado inmersos en un contexto machista, donde la mujer ha sido considerada solo apta para procrear y forjar un hogar, es decir, dependiente del género masculino y esclava de un dominio impuesto.
Mi interés es develar a esas venezolanas que otearon horizontes y señalaron caminos sin olvidar el educar, fundar familia; que estuvieron al lado del guerrero acompañándole en la lid, demostrando su temple, su estoicismo y su incorporación al área laboral.
En muchos lugares de Venezuela, en especial en el interior del país, están esas damas.
Nos corresponde resaltar la memoria de ellas a las futuras generaciones, para que reconozcan que la mujer es necesaria para cualquier empresa. Que se difunda que con su labor conciliadora, sufrida y activa se han alcanzando victorias y glorias en el suelo patrio.
En 1943, Graciano Martínez, citado por Cecilio Zubillaga*, refiere: “No soy feminista teórico, romántico. Quiero ver a la mujer igualada en todo con el hombre, sin más exigencias sociales que las exigidas por la diferencia de sexo”.
Existen numerosos testimonios de mujeres que no encajan en este modelo, que hoy plantean el volver a escribir la historia.
Se sabe que hubo mujeres conspiradoras, estrategas, guerreras, financistas, espías, mujeres que escribieron cartas expresando sus posiciones políticas, del bando realista o patriota, otras participaron en la Sociedad Patriótica.
Pardas, mulatas, zambas que participaron como troperas en los campos de batalla, que formaron baterías de mujeres en las ciudades sitiadas o en las batallas. Miles de mujeres anónimas, adelitas que fueron parte de esas fuerzas movilizadas del pueblo contra la opresión realista o también que actuaron en el bando contrario. Hasta hace poco invisibles e irrelevantes para una historiografía orientada por grandes hazañas y eventos políticos o militares.
Hoy corresponde resignificar sus protagonismos que fueron mucho más allá del rol de esposas, amantes, hermanas o madres de los próceres.
*Lea también: Los hombres que adoraban odiarse, por Luis Francisco Cabezas G.
Entre las consideradas agresivas, combativas o indecorosas en su actuación, reconocemos a Joaquina Sánchez, Ana María Campos, Leonor Guerra, Mariquita Figuera, Teresa Heredia, Eulalia de Chamberlain, Concepción Mariño, Josefa Camejo, Dominga Ortiz, Juana Ramírez, María Antonia Bolívar, Luisa Cáceres de Arismendi, Consuelo Fernández, Isabel Tovar, Lola Rodríguez de Fuenmayor la Hortalicera , Cecilia Núñez Sucre (descendiente de Mariscal Sucre), Cecilia Mujica, la cacica Isabel (madre de Francisco Fajardo), Luisa Arrámbide de Pacanins, Laura Evangelista Alvarado Cardozo (Madre María de San José), Susana Paz Castillo Ramírez (Madre Candelaria), Teresa Carreño, Teresa de la Parra, Lya Ímber, Sofía Ímber, Mercedes Carvajal Arocha (Lucila Palacios), Cecilia Pimentel, Margot Boulton de Bottome, Carmen Urbaneja de Lavatelli, Ana Julia Rojas, Ana Luisa Branger, Antonia Fernández, Blanca Álvarez Freites, Lucila Luciani de Pérez, Fedora Alemán, entre otras.
Las organizaciones femeninas para luchar por la libertad surgieron antes que los partidos dieran estabilidad al sistema político y sus propuestas fueron tempranamente incorporadas al quehacer nacional.
Obtuvieron el derecho al voto en 1947, tras años de lucha reivindicativa y su ascenso a posiciones de poder se apoya en su temprana articulación, en la emergencia, constitución y consolidación del modelo democrático partidista y en el aumento de la calidad y cuantía de su formación por su incorporación masiva al sistema educativo.
Estamos luchando frente a una historia escrita, acomodada, que ha dejado un saldo de insuficiencias en material historiográfico que estudie el papel de la mujer en el contexto histórico venezolano.
En su ejemplar trayectoria, la mujer venezolana no ha dejado campo sin cultivar, actividad a la que no haya dedicado su interés, entusiasmo y dinamismo. Ha puesto su talento al servicio de su capacitación, aun a costa de grandes sacrificios. Todo dentro de impar disciplina y asombrosa modestia.
Cuando en las ciencias, oficios y artes brilla intensamente, parece no darse cuenta de ello y continúa en su afán de superación, sin que hayan prendido en ellas absurdas tendencias de un mal entendido feminismo. Es hoy, como ayer, la ideal y muy leal compañera del hombre.
*Cecilio Zubillaga, Temas Económicos y Sociales. Series completas de la Academia Nacional de la Historia.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es Profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
Cuando en las ciencias, oficios y artes brilla intensamente, parece no darse cuenta de ello y continúa en su afán de superación, sin que hayan prendido en ellas absurdas tendencias de un mal entendido feminismo. Es hoy, como ayer, la ideal y muy leal compañera del hombre.
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