Ofrezco una reflexión que parece justa para finalizar el año y comenzar el que viene, porque el momento político que estamos viviendo se me parece mucho al que vivimos en 1998 y creo que eso merece un comentario con algún rigor.
Digo que se parece a 1998 porque los datos que están aflorando en la opinión pública, sea de las distintas encuestas que se realizaron antes de los dos eventos electorales de diciembre o los resultados de uno de ellos, dan una idea de las similitudes entre un momento y otro.
La situación en 1998 era, mas o menos, aquella donde los partidos políticos, banderas de la democracia, habían entrado en una severa crisis, tal que llevó a la elección previa de Rafael Caldera a ganarla con no mas del 21% de los votos y sin el apoyo de su propio partido, mientras tanto AD y Proyecto Venezuela estaban a la saga de este y el resto de los partidos estaban, prácticamente, desaparecidos.
Por otra parte, dos datos son relevantes a la hora de recordar: la drástica tendencia a la baja de la participación en las ultimas elecciones, no se diga de parlamentarias y locales y la aparición de la palabra “ni-ni” en las encuestas, dando cuenta de la desafiliación partidista, esto es de los llamados “independientes”. No olvidemos que la situación económica y social era bien critica.
En un escenario como ese apareció el “outsider” Chávez y ganó las próximas elecciones. Obviamente apareció un nuevo liderazgo, nos guste o no nos guste, y arrastró ese gran descontento, demostrando, por cierto, que el tema político fundamental no está en las “triquiñuelas” electorales, sino en ganarse la voluntad popular.
Me resultan impresionantes las coincidencias con el momento actual. Por un lado, las distintas encuestas ya estaban alertando sobre la situación, con datos de descontento sobre el costo de la vida, con críticas al gobierno que, incluían, hasta miembros de su propio partido. Las mediciones de agrado de los partidos políticos en la misma ruta, con sorprendentes números de caída para gobierno y oposición y, de nuevo, la aparición del fenómeno “ni-ni”, esta vez llamado “independientes”, lo que confirma y refleja una gran decepción y desilusión con el mundo político.
Para sellar el cuadro la gran similitud de participación electoral prevista en las encuestas y ratificada por los resultados de la contienda parlamentaria gubernamental. 70% de electores no fueron a votar con una contundente señal del rechazo a la anacrónica y sin mensaje “revolución bolivariana”, con todo y CLAPS y bono tras bono. Falta saber lo que resulte de la consulta llamada por la oposición, aunque parece esperarse lo mismo.
Se me parece mucho a 1998, ¡Uds dirán!, pero de todas similares características apelo a una observación que deberíamos aquilatar. Una primera lección de ambos tiempos es que estamos en el momento de un regreso a la conquista de la voluntad popular, de la creación de una verdadera y autentica mayoría que, sabemos, no se logra sin acercarse a los problemas reales de la gente. La segunda lección es que los “mensajes” políticos, si es que se pueden llamar así, no calcan ni en la voluntad, ni en la mente, ni en el corazón de la gente. Por tanto: ¡No sirven! ¡No llegan!
La tercera, como consecuencia de la anterior, es que hay que revisar y enmendar la estrategia politica. Quizás al gobierno le cueste deslastrarse del “Socialismo del siglo XXI”, mutarse a ese “extraño capitalismo” que practican, sin perder lo poco que dejó Chávez, pero quizás sea demasiado pedirle a un movimiento que hace tiempo olvidó proyecto, mensaje y contenido.
A la oposición, quizás, le debería ser mas fácil, porque no está atada a un amarre ideológico, sino a unas consignas tácticas y a compromisos internacionales que se pueden desandar, si demuestra que tiene una estrategia de conquista y movilización interna, que puede construir una politica de rescate de la voluntad popular y esta es más eficaz que mantener la inercia de la vigente.
Si nos acogemos a mi hipotesis, de que los momentos 1998 y 2020 son similares, caben dos preguntas: la primera: ¿Aparecerá de nuevo un “outsider”? En 1998 no lo sabíamos y apareció, lamentablemente para Venezuela. Ojalá esto no se reproduzca en una versión empeorada. La segunda: ¿Será posible que ese liderazgo provenga de alguno de los líderes políticos conocidos o surja de esa camada nueva de la oposición, que, como decía en articulo anterior, no represente la tesis de la acción mágica y “teja” otra narrativa atractiva para la gente?
La mejor lectura y la mejor lección de 1998 me dice que hay y está allí una gran oportunidad. ¡Ojalá se sepa y se pueda aprovechar!
Si nos acogemos a mi hipotesis, de que los momentos 1998 y 2020 son similares, caben dos preguntas: la primera: ¿Aparecerá de nuevo un “outsider”? En 1998 no lo sabíamos y apareció, lamentablemente para Venezuela. Ojalá esto no se reproduzca en una versión empeorada. La segunda: ¿Será posible que ese liderazgo provenga de alguno de los líderes políticos conocidos o surja de esa camada nueva de la oposición, que, como decía en articulo anterior, no represente la tesis de la acción mágica y “teja” otra narrativa atractiva para la gente?
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