Consciencia, Racionalidad y Unidad desde el Arranque

Si le preguntáramos a los distintos sectores productivos que hacen vida en Venezuela cuál(es) debería(n) ser el(los) sector(es) prioritario(s) para la recuperación económica del país, seguramente diferirían entre sí. Sin embargo, la realidad nacional demanda de la creación de un  circuito virtuoso que genere una  recuperación encadenada y sostenida de las actividades productivas y de la vida social cotidiana, sobre la base de un punto de partida consensuado; es decir, un punto de impulso sobre el cual pueda sostenerse el esfuerzo que estamos llamados a realizar.  

Por el lado político, sea quien sea quien esté en el poder, necesitará de una urgente recuperación económica del país, de manera tal de elevar el nivel de vida de los venezolanos y así evitar consecuencias socio-políticas aún peores a las que ya se padecen. Para ello, los dirigentes deben estar claros en las opciones que se le presentan a fin hacer los énfasis sectoriales donde deben hacerlos.

Debe reconstruirse el país partiendo del conocimiento de nuestro pasado, con los pies en el presente, pero con la mirada puesta en el futuro. La experiencia acumulada durante las últimas décadas ha sido demasiado aleccionadora y dura. Debemos reconstruir un país con base en los retos que tenemos, pero también en los retos que se le están planteando al mundo, más aun a raíz de la pandemia COVID-19. El desarrollo tecnológico y la lucha contra el deterioro del medio ambiente ya son temas de primer orden.

Se nos plantea como país abandonar “luchas primitivas”. Mientras muchas naciones desarrolladas y no tan desarrolladas están preocupadas y ocupadas por cosas trascendentales y de avanzada, otras naciones (incluidas muchas de las latinoamericanas) aún continúan lidiando con aspectos elementales. Entre estos aspectos están las crisis humanitarias, la violación de derechos humanos y las disputas políticas por el poder, atendiendo a intereses geopolíticos, ideológicos y económicos.

Tal vez diferente a otras naciones, Venezuela requiere invertir fuertemente en estos momentos en servicios públicos para que apoyen al resto de sectores. Venezuela debe satisfacer sus necesidades asociadas a la prestación de los servicios básicos de electricidad, agua, gas doméstico, gasolina e internet, a la par de buscar la satisfacción de sus necesidades alimenticias, salud, educación, transporte y vivienda, en particular. Valga decir que algunas de estas satisfacciones están reconocidas dentro de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas.

Complementariamente, se requerirán inversiones en proyectos de infraestructura de conectividad (incluida la infraestructura física y digital) para salir de la crisis económica actual y así apoyar el empleo y el ingreso de cara al futuro.

Sin muchos de estos servicios públicos no podrá sostenerse una actividad económica pujante y un aparato productivo acorde a las exigencias de estos tiempos. Sin servicios públicos suficientes, continuos y de calidad difícilmente funcionará el aparato productivo de manera eficaz con horizonte de mediano y largo plazo.

Todo lo anterior sugiere el énfasis que debe hacerse en la canalización de los esfuerzos y recursos para emprender un proceso de recuperación económica sostenido, basado en los servicios públicos esenciales.

Obviamente que Venezuela no podrá olvidarse que el petróleo ha sido por décadas el motor de la economía nacional. El rescate del sector petrolero debe seguir  siendo clave en la recuperación, pese a los riesgos reales existentes de sustitución de las energías tradicionales, mientras se logra diversificar la economía nacional y darle nuevas bases. Con ello, no solo se rescatará nuestra capacidad exportadora, sino también el abastecimiento interno de combustibles, entre ellos la gasolina y diésel tan necesarios para llevar una vida normal en términos de transporte, comercio y funcionamiento de las restantes actividades de negocio y como sociedad.

Para el esfuerzo que hay que realizar se requerirá  conciencia y racionalidad política en la toma de decisiones, de manera tal de servir mejor a los intereses de la nación y sus ciudadanos, objetos mismos de “la política”.

La Prioridad: Recuperación de los Servicios Públicos

La economía termina siendo un circuito íntimamente interrelacionado, y sin buenos servicios públicos no será posible producir de acuerdo a nuestras potencialidades.

A título de ejemplo, escuchar a gente tan experimentada en el sector del agua como José María De Viana y Norberto Bausson hace pensar que la recuperación del sector es posible en un relativo corto plazo. Ellos sostienen que se ha diseñado un Plan que requeriría US$ 1.200 millones en tres años para rehabilitar todos los sistemas de agua a nivel nacional, puesto que con los sistemas actuales se puede duplicar la producción de agua, dándole operatividad y adecuada gerencia,  sin necesidad de invertir en nueva infraestructura. La continuidad y la calidad en el suministro del servicio de agua resultan clave para el éxito. No olvidemos que recientemente el Observatorio Venezolano de los Servicios Públicos (OVSP) señalaba que el 69,0% de la población encuestada valoraba negativamente el servicio de agua y que el 86,4% no recibía el servicio de manera continua en sus hogares.

Por su puesto, para producir agua es necesario disponer de energía eléctrica suficiente y continua.

El sector eléctrico demanda grandes esfuerzos de nuestra parte, dado que las deficiencias son profundas y graves para un funcionamiento normal del país. El Comité de Afectados por los Apagones ha señalado que solo en 2019 se registraron 87.610 fallas eléctricas en Venezuela y en los primeros 7 meses de este año 48.659 apagones; la contracción energética supera 35% desde 2013.  Por su parte, el OVSP ha evidenciado que el 57,6% de los usuarios evaluaban negativamente la calidad el servicio eléctrico.

Los datos anteriores llaman poderosamente la atención cuando se les contrasta con la fuerte pérdida de actividad económica que ha sufrido el país desde 2013, calculado en una reducción del PIB del orden de 70%, así como una fuerte migración de personas estimada entre 4-5 millones de personas. Esto pone de manifiesto que la crisis energética podría ser aun mayor si se hubiese mantenido el nivel de producción y la población de años atrás, puesto que estarían demandando mucha más energía.

En materia de gas, la crisis es igualmente manifiesta por la insuficiencia para cubrir las necesidades  residenciales y las limitaciones para continuar con el proyecto de instalación del servicio de gas directo a los hogares al ritmo deseado.  Por su parte, el Proyecto de gas natural (GNV) para vehículos que buscaba ahorrar 53.000 b/d de combustible en una primera etapa y que se podrían exportar, parece haber sido abortado ya hace algún tiempo.

En cuanto al consumo de gasolina y dadas las dificultades técnicas y operativas que se tienen para producirla se ha estimado una demanda actual máxima de 40.000 b/d, cuando en el pasado llegó a ser superior a 300.000 b/d, evidencia de los esfuerzos que igualmente habrán de realizarse.

Por otra parte, el servicio de internet es deficiente y la brecha digital se ha pronunciado con las medidas de cuarentena social adoptadas. Quienes tienen acceso al servicio lo obtienen de baja calidad. Más allá de los efectos restrictivos sobre la actividad industrial y comercial que se deriva de esto, termina también limitando su utilidad sobre la educación a distancia. El OSVP ha señalado que el 62,9% de la población tenía acceso a internet residencial en 2019 y la mitad reportaba fallas diariamente, mientras que la penetración de teléfonos inteligentes era de 63,3%, cuando el rechazo a la calidad del servicio era de la mitad. Asimismo, siendo la CANTV la principal empresa proveedora de internet residencial fijo, cada vez parecen reportarse más lugares y usuarios desconectados tanto de telefonía como de internet.

Soportado igualmente en los esfuerzos iniciales de recuperación de los servicios públicos básicos (agua, electricidad, gas e internet)s, se podrá dar continuidad a otros impulsos sectoriales como en vivienda y transporte público masivo, pero igualmente en salud y educación, mediante un proceso de encadenamiento productivo general. La importancia de la recuperación de los servicios públicos básicos radica precisamente en el encadenamiento productivo sectorial que ha de generarse.

Mirando Hacia el Futuro

El inicio del camino de recuperación de los servicios públicos requerirá de apoyo técnico y financiero multilateral. Algunas instituciones ya han manifestado su deseo de ayudar al país y parecen estar listos para agilizar los procesos internos y concretar sus ofertas, entre ellos BID, CAF, FMI y BM. Ciertamente, habrá que competir por los recursos técnicos y financieros con otros países necesitados en estos tiempos difíciles de pandemia, pero las características y perspectivas de Venezuela le pudieran ser muy favorables, pese al hándicap de ser un país catalogado de ingreso medio para fines de financiamiento y  que pudiera restringirle acceso a recursos multilaterales, obligándolo a buscar fondos en mercados financieros privados o con inversionistas extranjeros y nacionales.

Todo lo anterior seria incompleto si no pensamos desde el inicio en la necesidad de formar y disponer de personal capacitado a todo nivel en cada área de los servicios públicos. Pero más aún, de una ciudadanía consciente de su papel y comprometida con su futuro y el del país, que vea en los servicios públicos la posibilidad real de materializar su futuro y generar un circuito virtuoso para la recuperación y encadenamiento de todas las actividades nacionales.

Finalmente, bajo el entendido que se logren tanto la tan ansiada estabilidad política en Venezuela como  el rediseño de la política económica, los servicios públicos básicos deben estar al frente de la recuperación del país; lo demás vendrá por añadidura. El futuro puede ser promisor nuevamente.

rsaturno2011@hotmail.com