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lunes, 14 de septiembre de 2020

Escasez de gasolina, el tic-tac de una bomba a punto de dinamitar a Maduro. Por Milagros Boyer

Ante la escasez de combustible, la población venezolana se mueve hoy entre alfileres y cuchillos. Por un lado, una creciente ola de contagios producto de la pandemia de la COVID-19 que tiene a la ciudadanía cercada ante la precariedad de su sistema sanitario. Por otra parte, un país forzado a quedarse estancado, sin moverse.
Gran parte de la ciudadanía, a medida que pasa el tiempo esperando surtir sus tanques, recuerdan de a poco mientras el calor del asfalto les cuece los pies al estar parados afuera de sus autos -en las kilométricas colas que deben hacer para conseguir gasolina- cómo se registraron incidentes que llevaron a la industria petrolera venezolana al bode del colapso (Fotocomposición Panam Post)

El régimen de Nicolás Maduro anunció recientemente la supuesta captura de un «espía estadounidense» que merodeaba las refinerías Amuay y Cardón, ubicadas en el estado Falcón. El chiste se cuenta solo. En un país con una marcada escasez de combustible y una industria petrolera paralizada por pésimas gestiones, culpar al gobierno de Estados Unidos de sabotaje es la mejor solución de la tiranía venezolana, ante una crisis que se agrava cada día.

Venezuela actualmente vive una de las épocas más sombrías en su historia. Aunque es conocido en el mundo por ser un país rico en reservas petroleras, de ese discurso tantas veces proclamado de manera histriónica, hoy en día quedan solo vestigios. Trozos remendados de unas afirmaciones que al final del día no compaginan con la realidad que se vive en sus calles desde hace varias semanas: no hay gasolina. 

Y ante la escasez de combustible, la población venezolana se mueve hoy entre alfileres y cuchillos. Por un lado, una creciente ola de contagios producto de la pandemia de la COVID-19 que tiene a la ciudadanía cercada ante la precariedad de su sistema sanitario. Por otra parte, un país forzado a quedarse estancado, sin moverse. Sin transporte y por consecuencia se acerca más a un colapso, por falta de circulación en su economía.

Un escenario que alborota quejas divididas en dos vertientes: los primeros, más viscerales, son de aquellas personas que eligen culpar al gobierno de Estados Unidos y la confiscación reciente a cuatro buques iraníes con 1.1 millones de barriles de combustible que iban con destino a Venezuela, como parte de las sanciones impuestas hacia el régimen de Nicolás Maduro. De ese tipo hay miles y tienen argumentos de conspiraciones huecas para defender lo indefendible, es decir, la ineptitud del régimen en su modo de abordar la cuestión petrolera.

Sin embargo, existe una población que no olvida. Ellos recuerdan cuando un déspota Hugo Chávez despidió a más de 18 000 trabajadores de Pdvsa. Ellos también rememoran con cierta repulsión la gestión de Rafael Ramírez en la que tuvo lugar la explosión de la refinería Amuay que cobró la vida de decenas de personas, cuyas investigaciones fueron viciadas y quedaron congeladas.

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1 comentario:

  1. Sin embargo, existe una población que no olvida. Ellos recuerdan cuando un déspota Hugo Chávez despidió a más de 18 000 trabajadores de Pdvsa. Ellos también rememoran con cierta repulsión la gestión de Rafael Ramírez en la que tuvo lugar la explosión de la refinería Amuay que cobró la vida de decenas de personas, cuyas investigaciones fueron viciadas y quedaron congeladas.

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