Militantes «antifascistas» corren en medio de disturbios (Flickr)
Lo que comenzó como un reclamo de abuso policial, se convirtió en una guerra racial; pese a que el jefe de la policía de la ciudad de Minneápolis, donde se produjo la muerte de George Floyd, es negro y al menos dos de los cuatro policías involucrados son de minorías étnicas (asiático e hispano). El protagonismo de la causa racial convocó a la comunidad negra a las calles en protesta azuzados por agrupaciones autoproclamadas «antifascistas» reconocidos por sus tácticas violentas.
Se les puede identificar fácilmente en los videos de la devastación a los miembros del “bloque negro” de Antifa, porque visten completamente de ese color y cubren sus rostros con pasamontañas o pañuelos para encubrir su identidad.
Todo aquel que se oponga al fascismo es antifascista, dicen los defensores de este grupo recientemente catalogado como organización terrorista por el presidente Donald Trump. Incluso ha provocado que muchos se proclamen a sí mismos terroristas en solidaridad con el accionar de estos «manifestantes». Pero la realidad es que la misma familia de George Floyd ha pedido un cese a las protestas violentas, a las que el hermano menor de Floyd, Terrence, ha llamado estúpidas.
Y es que la «lucha antifacista» amalgama ideas contradictorias entre sí. Alegando solidaridad con la comunidad negra la dejaron devastada. Destruyeron los negocios de los vecinos y golpearon a quienes ponían resistencia. Pues el «antifascismo» viene acompañado de la destrucción de la propiedad privada, como reivindicación de su lucha contra el capitalismo, al que también se enfrentó el fascismo y su propio líder y fundador, el dictador italiano Benito Mussollini.
Mediante el financiamiento de la Unión Soviética, el primer Estado socialista del mundo, nacieron agrupaciones enfrentadas al fascismo (que a su vez nació del sindicalismo y adoptó posturas nacionalistas recién con el auge de la Segunda Guerra Mundial) en las décadas de 1920 en Italia y luego en 1930 bajo el velo del Partido Comunista de Alemania (KPD) nació Antifaschistische Aktion (Acción Antifascista), que todavía sigue en pie. De modo que, contrario a lo que alegan sus defensores, no se trata simplemente de estar en contra al fascismo, sino que el movimiento tiene un vínculo político e histórico de respaldo al comunismo y de enfrentamiento al capitalismo.
Para Antifa «la destrucción de la propiedad privada no equivale a violencia»
«La destrucción de la propiedad privada no equivale a violencia», dijo Scott Crow, que fue organizador de Antifa por 30 años, en entrevista con CNN.
Desde la asunción a la presidencia de Donald Trump, Antifa se ha potenciado, convencida entre sus filas de estar luchando contra el fascismo. Pese a que por definición, dicho por el propio Mussolini, el ideario del fascismo es «todo en el Estado y nada contra él», como tal era fanático de los impuestos progresivos para mantener a flote su corporativismo que buscaba agrandar bajo el anhelo que desplomar el capitalismo haría que se refugie en manos del Estado.
Lo opuesto a la presidencia de Donald Trump que se ha caracterizado por reducir al Estado, comenzando por una reforma histórica de impuestos que ha beneficiado sobre todo a la comunidad negra por el mayor crecimiento de empleo en más de medio siglo.
Dicha reforma también convirtió a los barrios más pobres del país en zonas francas para inversores, lo cual mejoró la infraestructura (de viviendas y negocios) y creó aún más fuentes de empleo, sobre todo en el rubro de la construcción.
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Lo opuesto a la presidencia de Donald Trump que se ha caracterizado por reducir al Estado, comenzando por una reforma histórica de impuestos que ha beneficiado sobre todo a la comunidad negra por el mayor crecimiento de empleo en más de medio siglo. Dicha reforma también convirtió a los barrios más pobres del país en zonas francas para inversores, lo cual mejoró la infraestructura (de viviendas y negocios) y creó aún más fuentes de empleo, sobre todo en el rubro de la construcción.
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