Mientras Guaidó participaba en un encuentro hemisférico contra el terrorismo, el régimen venezolano buscaba «estrechar lazos», como ellos mismo dijeron, con la nación islámica de Irán.
Mientras Guaidó se sentaba a conversar con el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, y con el Primer Ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson, la usurpación venezolana se aliaba con Palestina.
Mientras Guaidó avanzaba en su política internacional con el presidente de Colombia, Iván Duque, mientras el mandatario legítimo era invitado en una cumbre en Davos, Nicolás Maduro seguía con su obsoleta retórica anti-imperialista y anunciaba que el embajador de Cuba en Venezuela iba a participar en todas las reuniones del Gabinete de los usurpadores.
A la par que Japón, una de las naciones más desarrolladas y tecnológicas del mundo, reafirmaba su apoyo a la Asamblea Nacional y a la presidencia interina de Juan Guaidó, en Miraflores entraban en cólera y tanteaban como locos apoyos de otras dictaduras del mundo.
Como se puede verse cada quien está con cada cual; por un lado los demócratas venezolanos son reconocidos por la Unión Europea (UE), por la Organización de Estados Americanos (OEA), y por la Organización de Naciones Unidas (ONU), lucha contra el terrorismo y afianza acuerdos de cooperación, por el otro lado está Nicolás Maduro que estrecha relaciones con dictaduras como la cubana, se arrima al árbol del terror mundial al apoyar a los iraníes y a los palestinos.
En mi casa materna se decía que toda la gente busca a aquello con le sienta mejor, sin duda a Maduro le va rodearse de tiranos, violadores de los Derechos Humanos, intolerantes y terroristas, en ese ambiente se siente en casa, se siente pleno y confortable. En cambio, Juan Guaidó, como demócrata, busca sus iguales en América, Europa, Asia y África.
Es evidente que la gira internacional que lleva adelante el presidente Guaidó tiene cundidos del miedo a quienes caminan por los pasillos de Miraflores; ellos saben que no tienen la fuerza para seguir adelante con su usurpación, saben que cada día tienen menos puertas que tocar, y hasta la misma izquierda internacional no quiere involucrarse con Maduro.
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, no se restea con Maduro, aunque dejó de reconocer a Guaidó como presidente de Venezuela, tampoco ha aceptado un representante diplomático de Maduro; el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, mantiene silencio y prudente distancia de Maduro y su régimen. En pocas palabras la izquierda latinoamericana le hace el «fó» a Maduro y a su gente.
Los chinos cada vez están más preocupados por su inversión en Venezuela, y a la final ellos solo quieren su plata garantizada, no importa quien la garantice. Los rusos juegan a presionar y apoyar a Nicolás Maduro, pero Putín sabe que América Latina no es su fuerte ni su prioridad en materia de política exterior. Es decir, la usurpación no tiene mucho que buscar, porque hasta los malos no quieren mezclarse con un sistema que evidentemente colapsó.
Guaidó está ganando la batalla internacional, y avanza en la batalla nacional. Esto lo saben ellos, sin embargo quieren mantener esta farsa por el tiempo que puedan, con lo cual dejan claro que no les importa en absoluto el pueblo, sino que simplemente velan por sus intereses personales, por eso buscan a sus pares como los dictadores del Medio Oriente, de Asia y los vestigios totalitarios del mundo.
@wcaballerolopez
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Guaidó está ganando la batalla internacional, y avanza en la batalla nacional. Esto lo saben ellos, sin embargo quieren mantener esta farsa por el tiempo que puedan, con lo cual dejan claro que no les importa en absoluto el pueblo, sino que simplemente velan por sus intereses personales, por eso buscan a sus pares como los dictadores del Medio Oriente, de Asia y los vestigios totalitarios del mundo.
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