El país que teníamos se dividía en blancos, verdes, rojos, amarillos, naranjas, etc nunca en amigos vs enemigos. Éramos un país de adversarios que se bebían una cerveza juntos en el estadio aupando a sus respectivos equipos. Pero llegó nuestro más grande demagogo. Llegó a finales del siglo XX y el país se dividió entre los buenos, decía él, que son aquellos que me siguen y creen en lo que yo digo a pies juntillas y los malos aquellos que me critican, estos últimos son antipatriotas, vende patria, lacayos de todos los imperios, inclusive de aquellos que ya no lo son, son delincuentes, terroristas, magnicidas, mariposones y un largo etc, que será anunciado en un nuevo diccionario de términos políticos injuriosos que los vengadores están por imprimir.
Toda esta narrativa ha sido heredada por, el ungido de Chávez, Nicolás Maduro, quien la ha profundizado, pero sin la emoción que le imprimía el primero. Mientras que Chávez, articuló su discurso en torno a tres palabras (como dice Enrique Krause de Trump, y es que los populistas se parecen todos): “Grande” (haré de este país el más grande dentro de la comunidad latinoamericana, así se lo digo al mundo, decía Chávez en sus días de gloria), “enemigos” (enfrentaré a los enemigos que han negado nuestra grandeza y freiré su cabeza en aceite hirviente) y “yo” ( Yo no soy yo, yo soy solo un brizna de paja en el huracán revolucionario, yo soy el único que garantiza la paz, yo soy, yo seré… etc).
Maduro no, no tiene esa capacidad, ni el carisma, Maduro es “ese presidente picarón”, que se está tomando tan en serio la vaina de ser presidente que ha devenido en este dictador que tenemos hoy y en esa condición ha producido la mayor generalización de los peligros en toda nuestra historia y ha provocado la más clara e insoportabilidad que el venezolano ha podido aguantar.
El país que tenemos hoy ha perdido la confianza en toda la trama institucional, tanto los que le son afectos al régimen, como, especialmente, los opositores. Hoy, sin lugar a dudas con Maduro se ha entronizado la creencia de que el liderazgo de la “revolución” no solo es inmensamente corrupto, sino también estúpido e incapaz.
Con Chávez la democracia entró en crisis cuando este le puso como adjetivo lo de participativa y protagónica, eliminando toda formalidad que la caracteriza y la constituye, con Maduro es la dictadura la que ha entrado en crisis y todos esperamos que la democracia vuelva a organizar el orden y la vida de los venezolanos.
@RojasyArenas
Con Chávez la democracia entró en crisis cuando este le puso como adjetivo lo de participativa y protagónica, eliminando toda formalidad que la caracteriza y la constituye, con Maduro es la dictadura la que ha entrado en crisis y todos esperamos que la democracia vuelva a organizar el orden y la vida de los venezolanos.
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