Una de las aristas que se deslinda del abanico de dudas posteriores al anuncio del modelo económico del presidente Nicolás Maduro, caracterizado por un salario fijado en Bs. S 1.800, es el pago de elementos colaterales al sueldo mínimo como las utilidades o los bonos vacacionales.
De acuerdo con la Ley Orgánica del Trabajo, el pago de la bonificación de fin de año se calcula al ingreso salarial promedio del año en curso, con un monto mínimo a la base salarial de 30 días.
Por ello, aunque cada dos meses, durante este año, el Ejecutivo ha procurado un aumento salarial, pareciera que la acumulación a fin de año sería suficiente para cubrir todos los gastos de un venezolano en temporada alta. Sin embargo, los expertos en el área económica aseguran que el último ajuste salarial, con un aumento de 6.000%, “evapora” aún más las cifras sometidas a una espiral hiperinflacionaria.
La situación no cambiará para el venezolano, al contrario será peor, ante el escenario es difícil ser optimista. Las utilidades se evaporarán ante los incrementos de precios de los productos, cada vez que el venezolano recibe su pago o salario nominal compra menos productos, lo mismo pasará con las utilidades”, considera la profesora de la Universidad del Zulia (LUZ), Jennifer Fuenmayor.
Para la economista, el desplome de las utilidades en tiempos de hiperinflación responde a que los venezolanos sobreviven ante la crisis económica y no tienen en qué gastar sus bonificaciones, más que en productos básicos.
Además, Fuenmayor cuestiona el alcance, al ritmo de la economía, de las empresas al poder cancelar las utilidades a finales de año. “Lo que viene son cierres de empresas ante la imposibilidad de los empresarios de poder pagarles a sus trabajadores ese salario mínimo”, añade.
¿Bono o salario?
Uno de los puntos pocos esclarecidos, para el analista económico José Nicolás Gómez, de las medidas establecidas el pasado 17 de agosto por el Ejecutivo, es si la especificación del incremento responde a todas las características del salario o solo será una bonificación subsidiada por el Gobierno.
¿Cuál será la distribución de los elementos colaterales o accesorios que tiene el salario, quién repone eso? No está claro aún si es solo un bono o una extensión real del salario, que debe llevar todos los elementos. De no ser así, si no tiene esos elementos simplemente es un bono”, cuestionó Gómez.
La diferencia entre un bono y una extensión, agrega, es abismal. “En ese caso, ya no valdría la pena trabajar, sino simplemente estar en una nómina donde se cancele el bono extra”, explica.
Prevé que las empresas y los empleadores empezará a solicitar las prestaciones y los pagos extras desde ya, pues, a su juicio, con el pasar de los días el nuevo monto salarial anclado al petro “se va a diluir rápido”.
Un mes para el desplome
El también analista, Orlando Cuicar coincide con Gómez: “Lo que se estima es que este efecto pareciera que logrará cierta estabilidad en los precios, pero eso puede durar un mes en una escalada inflacionaria porque volvemos a lo mismo: mayor control y fiscalización. Para noviembre van a ser insuficientes poder, incluso, cubrir la canasta alimentaria”. Cuicar sostiene que, aunque en proporción el asalariado tendrá mayor ingreso, la inflación desatada no dejará percibir el aumento en su poder adquisitivo. Precisa que, el hecho de que el Gobierno quiera subsidiar la nómina nacional, refleja la falta de política de austeridad y de control administrativo.
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