"El Estado venezolano está quebrado. No tiene recursos ni para sostener sus propias funciones, mucho menos para invertir en empresas públicas". Con esta advertencia concluyó el foro de Analítica TV sobre *El mito del Estado propietario*, en el que los expertos Eduardo Garmendia y Ramón Castro coincidieron en que la recuperación económica del país solo será posible si el Estado se retira como empresario y se enfoca en garantizar las condiciones para que la inversión privada asuma el protagonismo.
Durante décadas, Venezuela apostó por un modelo donde el Estado debía ser dueño y gestor de todo, una cultura que, según Castro, derivó en la ilusión de un "Estado mágico". Sin embargo, "ese Estado que todo lo podía hacer ya no existe. Hoy está endeudado y sin capacidad para sostener los servicios básicos", advirtió el exdirectivo de Pdvsa.
Eduardo Garmendia, por su parte, explicó que las empresas públicas fueron justificadas originalmente por los llamados monopolios naturales, pero que hoy esa lógica ha sido superada por la innovación tecnológica y la descentralización. "La electricidad de Caracas era privada y ofrecía un servicio excelente. Con la nacionalización se perdió todo eso. El problema de fondo es que las empresas del Estado no rinden cuentas a nadie y son presa del clientelismo", afirmó.
Ambos expertos insistieron en que la clave del fracaso estatal es el gobierno corporativo, donde los gerentes públicos son nombrados por lealtad política y no por mérito. "Si el gerente lo hace mal, no pasa nada. No lo despiden, no hay consecuencias. Pero en el sector privado, si no cumples, te sustituyen", señaló Garmendia. Además, advirtió que esas empresas públicas suelen fijar precios artificialmente bajos, lo que impide reinversión e innovación.
Para Castro, mantener empresas estatales implica desviar recursos que deberían ir a salud, educación y justicia. "¿Para qué invertir en una fábrica de leche o de tractores si el sector privado puede hacerlo mejor? El Estado debería invertir en hospitales y escuelas, no en negocios", afirmó. Recordó que durante su tiempo en Pdvsa existía meritocracia y auditorías externas, algo que desapareció cuando se politizó la gestión.
El foro también abordó ejemplos concretos del fracaso del modelo estatista, como la expropiación de Agroisleña y Lácteos Los Andes. "Muchas de esas empresas terminaron cerradas. Fue un desastre para la producción nacional", señaló Castro. En contraste, citaron el caso del Sambil La Candelaria, que tras ser paralizado por el Estado, al reactivarse como centro privado se convirtió en fuente de empleo y recaudación fiscal.
Ambos ponentes coincidieron en que para atraer inversión privada —nacional e internacional— es indispensable restablecer la seguridad jurídica, reglas claras e instituciones confiables. "Si garantizas que tu inversión será respetada, los capitales llegan. Pero si no, nadie va a venir", remató Garmendia.
Finalmente, Emilio Figueredo, moderador del encuentro, subrayó que uno de los grandes desafíos para el futuro del país es formar nuevos cuadros gerenciales para el sector público y privado. "Tenemos que repensar el país sobre pilares sólidos. Ya no hay espacio para improvisaciones ni para un Estado empresario que solo acumula fracasos", concluyó.
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