Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

domingo, 27 de mayo de 2018

Gustavo Petro, el sobreviviente de la izquierda colombiana Por Sinar Alvarado

La noche del 17 de mayo, en la Plaza de Bolívar, en pleno centro de Bogotá, Gustavo Petro cerró su campaña presidencial rodeado de símbolos. A sus espaldas tenía el Palacio de Justicia, asaltado en 1985 por el M-19, la guerrilla en la que militó en su juventud.

A la derecha podía ver la alcaldía que gobernó entre 2012 y 2015. Al frente, el Congreso, donde promovió debates como parlamentario. Y al fondo, fuera de su vista, la Casa de Nariño, sede del gobierno, donde espera vivir los próximos cuatro años.

Frente a decenas de miles de seguidores, el candidato del movimiento Colombia Humana evocó las “voces antiguas”, un recuento histórico que se ha vuelto obligatorio en sus mítines. Recordó a Rafael Uribe Uribe, un militar y político liberal asesinado a machetazos en una esquina de la plaza en 1914. Mencionó enseguida a Jorge Eliécer Gaitán, caudillo liberal baleado un par de cuadras al norte, en 1948. Y cerró con Luis Carlos Galán, el candidato liberal masacrado en 1989, en otra plaza ubicada a pocos kilómetros.

En sus discursos, Petro también suele recordar a Carlos Pizarro, líder del M-19, y al conservador Álvaro Gómez Hurtado, ambos acallados por las balas. En un país donde el asesinato es el megáfono de la opinión política, Petro se identifica como un heredero de esos liderazgos abortados; el único que ha sobrevivido para vislumbrar la presidencia. Aquella noche, expuesto ante la multitud, el candidato se acomodó varias veces el chaleco antibalas que llevaba oculto bajo una camisa blanca.

Durante cuatro décadas de ejercicio político, Petro ha recibido muchas amenazas y un ataque reciente. En Colombia, su activismo de izquierda coquetea con el martirio de forma permanente.

“Pero no es por deporte, es por vocación”, me dijo el 6 de abril durante un almuerzo, minutos antes de llegar a Ciénaga de Oro, el pueblo ganadero donde nació el 19 de abril de 1960. “Hemos tenido un país donde nada se ha podido cambiar en dos siglos; y a mí me dan ganas de cambiarlo. Ser el primero que lo cambie”.

Gustavo Petro, candidato presidencial del movimiento Colombia Humana, cerró su campaña electoral con un discurso en la Plaza de Bolívar en Bogotá, el 17 de mayo de 2018. Credit Raúl Arboleda/Agence France-Presse — Getty Images

Simpatizantes de Gustavo Petro desbordaron los espacios de la Plaza de Bolívar durante el cierre de campaña en Bogotá, el 17 de mayo. Credit Nacho Doce/Reuters

Petro vivió su infancia en ese rincón caluroso del Caribe colombiano, rodeado de fincas donde pastaban las vacas o crecían los cultivos de arroz y maíz. Hoy el centro de Ciénaga de Oro tiene casas antiguas bien conservadas, y otras con paredes de adobe y techo de paja. En las calles de la periferia falta el pavimento y el agua llega de forma irregular.

A principios de la década de los setenta, la familia del candidato se mudó a Zipaquirá, un pueblo frío ubicado a 50 kilómetros de Bogotá, donde él terminó sus estudios de bachillerato y empezó a cultivar el germen ideológico que sellaría su destino.

“Zipaquirá era un pueblo industrial; la mitad de la población era obrera y eso fue lo que yo encontré”. Mientras terminaba un plato de sopa, Petro recordaba esa época, a ratos interrumpido por seguidores que se acercaban a saludarlo. “Entonces pude ver el mundo teórico, el del marxismo que leía en los libros, en su aplicación real y no apartado de la sociedad”. Justo ahí, en el trecho que divide las políticas ideales y su aplicación práctica, están algunas fallas que le critican al candidato.

Frente a las multitudes que congrega en distintos lugares del país, en los ochenta discursos que ha pronunciado durante esta campaña, Petro repite el mismo método: largas intervenciones, de hasta dos horas, como el discurso que pronunció en Bogotá, donde expone su diagnóstico del país: la desigualdad, el escaso acceso a la educación, la salud ineficaz para muchos, la tierra para pocos. 

Leer mas: https://www.nytimes.com/es/2018/05/23/gustavo-petro-elecciones-colombia/

1 comentario:

  1. Anónimo4:45 a.m.

    En sus discursos, Petro también suele recordar a Carlos Pizarro, líder del M-19, y al conservador Álvaro Gómez Hurtado, ambos acallados por las balas. En un país donde el asesinato es el megáfono de la opinión política, Petro se identifica como un heredero de esos liderazgos abortados; el único que ha sobrevivido para vislumbrar la presidencia. Aquella noche, expuesto ante la multitud, el candidato se acomodó varias veces el chaleco antibalas que llevaba oculto bajo una camisa blanca.

    ResponderBorrar