La gente que es brutal cuando se ensaña, la gente que es feliz cuando hace un mal Tango Infamia; música y letra de Enrique Santos Discépolo
1.
Ya ni siquiera asombran. La impunidad con que las neodictaduras del siglo XXl violan las reglas, no digamos de la democracia sino las de la política, se ha convertido en algo tan normal como leer que en Europa nieva y en América Latina hace calor. Sin embargo, uno de los imperativos del ser moral es no aceptar a la infamia como hecho cotidiano.
¿Cabe acaso esperar el bien de una dictadura? Evidentemente no. De una dictadura solo cabe esperar infamias. El problema es otro. De lo que se trata es que a diferencias de las dictaduras clásicas, las neo, las de nuestro tiempo, realizan su infamia de acuerdo a pautas que rigen en los sistemas constitucionales modernos. Vale decir, cometen doble infamia: atropellan los derechos más elementales y, además, lo hacen de acuerdo a la constitución y las leyes, pero de una constitución y de unas leyes hechas por ellos. De este modo no solamente dañan cuerpos y almas, como las dictaduras de antaño. Su claro propósito es que la ciudadanía sepa que no cuenta con ninguna protección. Ni institucional ni legal.
Si se nos pidiera caracterizar de modo somero a las neo-dictaduras del siglo XXl habría que decir que, mientras en las de antaño el poder carecía de legalidad, en las últimas, el poder se deduce de la legalidad, pero de una legalidad construida por ese mismo poder. En eso pensé mientras leía el comunicado del Tribunal Electoral de Rusia mediante el cual fue inhabilitada la candidatura de Alexis Navalny, único líder opositor a Putin (antes hubo otros, pero han sido asesinados).
2.
La inhabilitación de Navalny era la esperada. Al fin, son las reglas del poder dictatorial: cada vez que aparece un opositor con don de líder, ha de ser rápidamente inhabilitado, si no biológicamente, por lo menos, por vía administrativa. Así y todo llama la atención el texto del Tribunal Electoral. Desde el punto de vista formal es impecable. Cita leyes e incisos. ¿Una farsa? No necesariamente. La farsa es el Tribunal Electoral, nombrado por el propio Putin. Pero el procedimiento no lo es.
¿Para qué tanta parafernalia legalista y leguleya? ¿Por qué las dictaduras de nuestro tiempo se obstinan en presentarse como guardianes de la Constitución? El hecho no es en sí tan raro. Sabido es que los “capos” de organizaciones delictivas mantienen todos sus papeles en orden. Incluso pagan rigurosamente los impuestos. No faltan las que financian instituciones de beneficencia, las que fundan escuelas para niños discapacitados, y por cierto, las que donan grandes sumas a los “países del tercer mundo”. Mientras más horrendos los crímenes que ocultan, más impecable será la fachada legal.
Ahora, si se da el caso de que las mafias organizadas en partidos logran apoderarse del estado, puede suceder lo mismo, pero esta vez en el ámbito nacional. Las infamias aparecerán ocultas bajo el manto de la ley.
3.
El procedimiento empleado por Putin, a saber, seleccionar a los líderes de la oposición inhabilitando a sus adversarios más peligrosos, ha hecho escuela entre sus hijos predilectos. En su mayoría, ellos hablan español. Todos son re-eleccionistas, díganse de derecha como en Honduras, díganse de izquierdas como en Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia. Todos intentan eliminar en nombre de la ley a sus adversarios, todos se sirven de las instituciones públicas para cometer fechorías, todas legitiman sus infamias detrás de parapetos constitucionales. Esa es la diferencia entre el comunismo soviético del pasado y el putinismo del presente. Mientras el primero era una forma de dominación sustentada en una ideología, el segundo es una forma de Estado y, por lo mismo, de gobierno.
El modelo Putin fue construido en Cuba antes de Putin. Allí el estado fue convertido por los Castro en un estado militar y la constitución democrática de 1940 sustituida por otra cuyo principio fundamental es todo el poder para el Estado.
En Nicaragua el modelo Putin ha sido aplicado por Ortega y su familia con extrema rigurosidad. La oposición fue allí convertida en un ornamento destinado a asegurar el poder vitalicio de la dinastía orteguista.
En Bolivia el poder no ha renunciado al carisma mesiánico del caudillo indígena cuya postulación vitalicia nos es presentada como un mandato de la historia, aunque no de la gente que la hace pues el NO a la postulación fue y es mayoritario. El país andino cuenta, en efecto, con una oposición constitucional muy activa y ella dificultará el plan re-eleccionista. Puede ser que en una Bolivia aislada interna y externamente, el re-eleccionismo de Evo sea derrotado, como ya ocurrió en Ecuador.
Venezuela en cambio sigue siendo -a pesar de las victorias “militares” del general Padrino sobre jóvenes indefensos y de las victorias “electorales” logradas por Maduro en horrorosos fraudes- el eslabón más débil de la cadena putinista. Aunque muchos piensen que Venezuela ya es la nueva Cuba, hay razones que permiten opinar lo contrario.
Leer mas: http://talcualdigital.com/index.php/2017/12/31/el-poder-y-la-infamia-por-fernando-mires/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario