Ante el agravamiento de las circunstancias que nos han traído hasta aquí, Rafael Simón Jiménez, historiador, educador y político profesional de vieja data, aborda temas fundamentales, esenciales para esclarecer aspectos muy puntuales de nuestro pasado, historia reciente y tránsito hacia el porvenir. Dos asuntos determinan, a juicio del historiador y profesor en la Universidad Metropolitana, el curso de los acontecimientos, caracterizados por la exacerbación del culto a Bolívar y el fomento de una cultura supeditada al rentismo petrolero.
Ambos hechos, arguye el historiador, han sido explotados, en consideración del analista, por los políticos y los agentes de la antipolítica, quienes se aprovecharon del desgaste de los partidos políticos tradicionales para terminar de horadar los esfuerzos que sustentaron la estabilidad democrática en Venezuela. La necesaria y pertinente divulgación de nuestra historia, en éste momento que vivimos los venezolanos es de una importancia capital para entender dónde estamos y hacia dónde vamos.
“Yo creo que la labor pedagógica del historiador en ésta coyuntura tan difícil que vive Venezuela está en aportar las claves que permitan entender lo que ha pasado y lo que está pasando en Venezuela. La situación actual no es producto del azar, la casualidad, sino que obedece a tendencias históricas que lamentablemente no hemos podido revertir en el tiempo.”
Y esa corriente a lo largo de nuestro devenir, está adherida a dos pegamentos muy poderosos, como lo refleja el historiador; adherencias que bien entrado el siglo XXI, han condicionado a los venezolanos hacia un círculo vicioso, cuyo fin no pareciera vislumbrarse en el horizonte inmediato y que hoy es seriamente amenazado con la imposición de una Asamblea Nacional Constituyente ilegítima que de acuerdo a Rafael Simón Jiménez, fungirá como seguro de vida, para los miembros de la dictadura y su proyecto político. Será a juicio de Jiménez, lo que queda de éste y el próximo año, que emplazados por la enconada presión internacional y el sufrimiento infligido a los venezolanos que demandan un cambio o una urgente transición de gobierno, se negocie una salida que garantice el respeto a la integridad física de los principales cabecillas del gobierno de Nicolás Maduro y su menguado proyecto político, salvaguardado en éste trance por la ANC.
De cualquier modo, cabe preguntarse, sin embargo, si esta dolorosa situación a la que llegamos como nación, no hubiese sido prevista y evitada, de impedirse aquellos accidentes históricos que, como pesados grillos, han impedido que Venezuela haya podido desarrollarse y ser una nación respetable en el orbe, más por la educación de sus nacionales que por la ostentación de sus riquezas.
Caudillismo, militarismo y populismo
“En primer lugar, el caudillismo militarista que afloró en lo que pudiéramos denominar como la deriva belicista de nuestra guerra de independencia. La elite militar con Bolívar a la cabeza que protagonizó la gesta independentista, luego pretendió y de hecho lo hizo, hegemonizar el poder durante todo el siglo XIX venezolano.
El segundo factor más contemporáneo es la aparición del petróleo, como elemento fundamental de la economía y de la vida del país y, sobre todo, el denominado rentismo petrolero que no es más que el manejo y administración de los recursos del petróleo por parte del Estado. La tradición caudillista militarista encontró en la renta petrolera, un nuevo factor de hegemonía y control político a través del populismo, clientelismo, las dispensas y el asistencialismo.”
Rafael Simón sostiene que ambos componentes determinaron el auge y la decadencia de la IV República. Asimismo, el historiador, quien apoyó inicialmente a su paisano barines, el teniente coronel Hugo Chávez Frías, desde la Asamblea Nacional, admite también el declive e ineficacia del proyecto político de aquel, como expresión del caudillismo, el militarismo y el populismo que han inhibido drásticamente, “la construcción de un país moderno, institucionalizado, prospero e incluyente”, subraya el historiador.
De acuerdo con el escritor, diplomático e historiador Simón Alberto Consalvi, no hemos salido de una larga decadencia. Hecho que pareciera haberse pronunciado a lo largo de estos 18 años de administración chavista. El saldo en cuanto a logros o mejoras institucionales, democráticas y económicas frente al periodo democrático con sus excepciones representa un atraso de consecuencias catastróficas para Venezuela.
“Durante el llamado Pacto de Punto Fijo que fue sin duda la etapa de mayor progreso para el país, no se supo exorcizar los demonios del caudillismo y el militarismo. En primer lugar, porque los lideres fundamentales de esa etapa Betancourt, Caldera y Villalba, tuvieron a pesar de su indudable talante democrático, muchas actitudes de caudillos civiles, incapaces, incluso de aceptar disidencias dentro de sus organizaciones. La democracia que ellos moldearon tuvo muy poca institucionalización y despersonalización”
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