Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

lunes, 13 de febrero de 2017

Lo sustantivo - AMÉRICO MARTÍN


He recibió más invitaciones que nunca o casi nunca a programas audiovisuales y a dictar conferencias sobre el rumbo del país. No lo esperaba pero lo comprendo. Acabo de cumplir 79 años, mucho o poco según el observador que se pronuncie. Yo, sencillamente no puedo ser sino lo que soy y ahí me quedo.

Me conservo bien porque en los próximos diez años debo ser selectivo en mis lecturas y en mis decisiones políticas e intelectuales. Respaldo a la unidad sin militar en ella, ayudo a los partidos que me lo soliciten, sin someterme a su disciplina y me declaro al servicio incondicional de mi abrumado y maltratado país, hasta que el cuerpo aguante.

Creo que nos acercamos a tiempos de cambio, con una gran carga de pasiones, celos, disputas soterradas y aspiraciones desbocadas. Todo eso, créanme, lo considero natural, es más, me parece excelente porque mal parados quedaríamos si los protagonistas del cambio democrático fueran almas abúlicas, propensas a la desmoralización cuando las cosas no salgan exactamente como se espera, o dadas a ensañarse contra los de su propio campo para verter las culpas por lo que salga mal o simplemente no salga. Los que las distribuyen, émulos de Rodomonte uno de los tres jueces del infierno helénico, no son culpables de nada, ni siquiera por omisión.

Son pasiones inútiles porque no van al punto. El objetivo es desplazar al actual gobierno en forma incruenta, pacífica y electoral para que el país pueda respirar. En caso contrario, esta nación se hundirá más en el pantano y seguirán borbollando espantosas calamidades sociales en la piel. La ira colectiva no lo permitirá.

Si ese es el objetivo quedan por precisar los medios. En principio todos son válidos, pero para evitar frustraciones han de someterse a reglas elementales de la política. El cauce a la mano, de base constitucional y respaldo universal es el electoral. No es imposible que el gobierno lo destruya, pero si algo demostró el 23E 58 es que el costo puede resultar impagable.

No es verdad que la resistencia contra la dictadura de Pérez Jiménez haya desestimado las elecciones en beneficio de la descomunal insurrección del 23 de enero. Al contrario, ésta fue el remate de aquella. En diciembre de 1957 la JP demandó elecciones una y mil veces. ¿Cándida ilusión? No lo creyó así el entorno perezjimenista. Aparentó una firmeza que no tenía, inquieta por aquella innominada exigencia deslizándose como fantasma en sus propias filas.

La presión no hacía sino crecer. ¡Elecciones ya, elecciones ya! La voluntad del dictador comenzó a quebrarse. Cometió su primer y gran error al tratar de conjurar la demanda electoral con la parodia plebiscitaria. El descontento proliferó, los contactos con la resistencia se intensificaron hasta que se terminó de romper la unidad del pregonado mejor ejército de Latinoamérica. Dos días después cayó la dictadura. Nadie se desvió del objetivo ni de los métodos de la unidad. Nadie disparó contra su propio campo. La diana era la troika: Pérez Jiménez, Vallenilla y Estrada. Cualquiera que no perteneciera a ella estaba invitado a afluir al océano de la unidad.

Lenguaje persuasivo, razonado, sin atrabiliarias rotundidades expresivas. Atraer a todo el que pudiera ser atraído, neutralizar a los que no lo fueran y enfilar la crítica contra la troika dictatorial. Todos bailando al son de la unidad sin perder de vista el objetivo.

Por eso, solo por eso David venció a Goliat.

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