Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

martes, 1 de noviembre de 2016

El papa negro rojo rojito - Jesús María Aguirre s.j.

El P. Arturo Sosa, actual Superior General de los Jesuitas, no se va a caer del caballo como San Pablo, porque no ha cambiado de religión o ha perseguido a nadie, ni tampoco se retractará de sus posturas ideológicas al estilo de San Agustín, porque no fue un maniqueo político, como los que abundan en las páginas de opinión nacional (1).

Como humano y jesuita reza diariamente el “yo confieso” para arrepentirse de sus errores cotidianos y ha sido suficientemente evaluado dentro de la Compañía y de la Iglesia por sus superiores y pastores para acceder al cargo de Superior General. Nunca fue convocado a Roma por deslices doctrinarios, ni siquiera por imprudencias ideológico-políticas en la época de la intervención contemporánea de la Compañía de Jesús por Juan Pablo II, secundado por el Cardenal Ratzinger.

El nuevo Papa Negro debe mucho más, intelectualmente hablando, a la influencia del P. Luis Ugalde s.j. y a sus correligionarios del Centro Gumilla, que al catecismo castro-comunista de la satrapía cubana. Ambos jesuitas, que en el futuro iban a ser Rectores y vicecancilleres de Universidades Católicas venezolanas, participaron activamente en el sector social dentro del marco de las directrices institucionales, en el entonces llamado “diálogo marxista” durante el periodo de pacificación de la guerrilla y cualquier alfabeta bienintencionado puede recurrir a los escritos de ambos en la página web del Centro Gumilla, para ser sus itinerarios intelectuales con sus aciertos y errores.

Ambos se mantuvieron fieles a las líneas que se trazaron en la Congregación General XXXII, celebrada el año 1975, y a las posteriores directrices del Superior General, Pedro Arrupe, respecto a las relaciones con el marxismo y el comunismo (3), y sus escritos son fiel reflejo de ello, aunque algunos detractores lograron que el primero fuera preso en el Caracazo y el segundo haya dejado de ser profeta en su tierra.

Ya en la Iglesia Católica universal, fuera de nuestro terruño, las autoridades vaticanas están acostumbradas a leer en las páginas de Wall Street y sus simpatizantes, la advertencia sobre la contaminación marxista de cuanto escrito de doctrina social trata de sobre justicia social u opción preferencial por los pobres. Pero después de unos dos mil años de historia la Santa Sede se resiste a expurgar el canto del Magnificat (Lc. 1:46-55).

Y dentro de nuestro patio, el lenguaje político no se destaca tanto por su precisión, sino por el manejo de clichés para descalificar personas y desautorizar sus palabras (el Papa blanco es peronista, el Papa negro chavista…). Con esa ligereza retórica no es de extrañar el barranco político en el que estamos sumidos.

Sobre la acusación de castro-comunismo con el que pretenden estigmatizar algunos al P. Arturo Sosa, éste en un escrito de 1978 titulado “La mediación marxista de la fe cristiana” concluye su artículo:

“Una mediatización marxista de la fe cristiana sería la peor instrumentalización que puede hacerse de una religión –relación con Dios– que al poner en su centro al Jesús crucificado rompe con cualquier construcción humana de Dios y lo afirma como quien es siempre inédito en sus posibilidades”.


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