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Republica del Zulia
Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.
domingo, 23 de octubre de 2016
El odio de Dios, Américo Martín
Permítanme especular sobre el título imposible de esta columna, que habla del odio emanado de un ser impoluto, forma torcida de explicar la más negativa manifestación del espíritu. La del demonio será sin duda horrenda pero no sorpresiva; tratándose del sumum de la maldad su odio se puede prever y con ese ejercicio atenuamos en algo sus efectos. Solo un buen poeta puede librarse sin socarronería a jugar de esa manera con una pasión tan oscura, tan fulminante. De los golpes tan fuertes con los que nos sorprende la vida, pudo decir entre otras cosas el bardo peruano César Vallejo, que son como del odio del infierno, pero puesto que semejante proclamación le habría parecido un lugar común, se fue al sorprendente polo opuesto: el odio de Dios.
¿Cómo clasificar el odio manifestado por el presidente Maduro en sus más recientes actuaciones? No es esperable cual el del demonio, ni imposible como el del Dios de Vallejo. Acabar con los poderes legislativo y judicial o torturar es frecuente en una dictadura, siempre que aquel no responda servilmente a sus dictados y éste no sea imparcial y respetuoso del estado de derecho. No recuerdo sin embargo que al destruir el orden democrático, los dictadores del pasado, cuando menos los de este Hemisferio, unieran el bárbaro atropello al escarnecimiento de las víctimas. Tildarlos de "asesinos" o "terroristas", además sin mostrar pruebas u ocultando las de la defensa y sin esperar la sentencia del juez de la causa, ensambla odio con miedo. Miedo a la disidencia, a la democracia, precisamente cuando su gobierno se sepulta en la impopularidad porque su gestión es indefendible. Odio al coraje de los opositores, tan tenaces en sus reclamos –en el fondo de su alma sabe valederos– porque no percibe eso, ese valor en su entorno, ni en su agrupación política, ni en él mismo. Les irrita aquello de lo que carecen.
Y fíjense amigos lectores. Los que hemos sido encarcelados en el pasado (personalmente lo fui de cuatro gobiernos) no fuimos propiamente irrespetados por quienes nos enrejaron, algunos más bien reconocieron la integridad de que hacíamos gala. No nos arrojaron epítetos insultantes, sin mengua de pertinentes críticas a nuestras ideas. Nadie dijo que fuéramos "políticos presos y no presos políticos", retorcimiento vil y mediocre del lenguaje para sugerir que no éramos políticos sino delincuentes comunes, todo con el fin de reírse entre ellos para felicitar al del supuesto hallazgo irónico para denigrar de presos y perseguidos. Ese tonto giro de lenguaje no lo emplearon los demócratas contra Chávez por delitos de rebelión, homicidio ni otros aditivos del madrugonazo golpista del 4F. Nadie desconoció los motivos políticos que movieron al endiosado comandante por más que los hechos punibles que cometió se pagan legalmente con penas corporales. Y no obstante, siendo confesos, no le acarrearon juicio ni pena. La generosidad de Caldera contrasta con la mala índole de Maduro.
Injusto sería no admirar las valientes declaraciones de militantes que soportan los mazazos de esta ignominia, cuya lista engalanan Navarro, Osorio, Gustavo Márquez, Edgardo Lander, Evans, Cliver Alcalá, los bravos de Marea Socialista y aquellos nobles amigos que por el momento comunican privadamente sus duras objeciones a un régimen que ya no soportan. Mediocre puerilidad es quitar sueldos a los diputados opositores, negar pagos a gobernadores críticos, obligar a los empleados –con advertencia de cárcel o despido– a arrastrarse en marchas irrisorias.
El mundo percibe ya la fatal ecuación de la atormentada Venezuela: en un extremo una ridícula minoría aterrada por el voto popular, que usa diabólicamente la fuerza y da rienda suelta a la venganza más salvaje contra quienes disientan. En el otro se expande una impresionante mayoría, dotada de radiantes pruebas de heroísmo, sacrificio y amor a Venezuela.
http://www.talcualdigital.com/
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