Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

martes, 14 de abril de 2015

La izquierda, la corrupción y la monja en minifalda Autor: Fernando Mires

Cada vez que un representante de un gobierno de izquierda es sorprendido en actos de corrupción, surge como mecanismo de defensa la justificación siguiente: ¿Y acaso los de la derecha no hacen cosas peores? ¿Por qué ese ensañamiento con los de izquierda? ¿Por qué esa tolerancia con la derecha cuando comete actos económicos delictivos? ¿Por qué ese doble rasero? Reacción –si vemos el tema solo desde una perspectiva formal- muy justificada.

Es así: desde el punto de vista cuantitativo las corrupciones de los gobiernos de la derecha superan (todavía) en cantidad y frecuencia a los de la izquierda. Sin embargo, ese hecho no sorprende a nadie. Es más bien lógico y normal.

La derecha suele ser definida por la izquierda como “derecha económica”. Nadie en cambio ha acuñado el término “izquierda económica”. La razón es simple: común es pensar que entre la derecha y el dinero hay estrecha cercanía. La derecha es entendida, aún por ella misma, como representación del mundo de los negocios en la política. Del mismo modo se supone, la izquierda es representación política de los desposeídos y por lo mismo -también hemos de suponer- sus miembros deberían estar alejados de los grandes centros financieros y comerciales. Por eso la corrupción, cuando es cometida por alguien de izquierda, es vista como algo anormal. Algo así como una monja en minifalda.

Si un dirigente de un partido de izquierda es sorprendido evadiendo impuestos, sus propios correligionarios lo acusarán de ladrón. Pero si es de derecha, sus seguidores dirán: solo cometió un “delito de caballeros”. ¿Cómo sorprenderse si un hombre de negocios hace negocios, aún en la política?

Lo dicho contrasta con un hecho: La izquierda, al fin y al cabo, heredera de las tradiciones liberales -cuando éstas se encontraban en antagonismo con las tradiciones monárquicas, clericales y señoriales del patriciado conservador- suele ser desde un punto de vista cultural más abierta al mundo que la derecha.

La izquierda ha luchado en diferentes países por la educación laica, por la emancipación femenina (casi no hay feministas de derecha), por los derechos de los homosexuales y lesbianas, por la libertad de culto, en contra de las represiones culturales, por la legalización de la marihuana, por el divorcio, por la despenalización del aborto, e incluso por el derecho a decidir sobre la propia vida en caso de enfermedad terminal.

Para los sectores más rancios de la derecha, ser de izquierda sigue siendo sinónimo de libertinaje. Fue esa la razón por la cual Berlusconi fue vilipendiado por su propia gente. Si Berlusconi hubiera sido de izquierda sus bacanales habrían sido simples pecados veniales. No ocurre así, sin embargo, en los asuntos de dinero. Estando en juego el vil metal, la derecha es frívola, libertina, anárquica. La izquierda por el contrario practicaba, o por lo menos fingía practicar, cierta austeridad privada.

Quizás el gran éxito del desenfrenado exhibicionismo de modestia escenificado por José Mujica se debe a que el hábil ex-presidente uruguayo reivindicó para sí los ideales fundacionales anidados en el inconsciente colectivo de las izquierdas existentes y reales.

Leer mas en: http://go.shr.lc/1D9k5ah

No hay comentarios.:

Publicar un comentario