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Trabajadores de una de las automotrices, en plena huelga. Foto: Reuters |
La policía antimotines entró en las instalaciones de la fábrica, acabó con la huelga y se llevó a docenas de trabajadores. Aterrada por la violencia, Shi fue internada con problemas cardíacos, pero con una voz débil desde la cama donde reposa manifestó una recién descubierta audacia.
"Merecemos una compensación justa'', dijo Shi, de 41 años, que gana 4700 dólares al año por su trabajado en la Cuiheng Handbag Factory en Nanlang, en el sur de China. Hasta hace poco no sabía que tenía derecho a financiación de la seguridad social y a un subsidio a la vivienda, dos de los aspectos en juego en la huelga.
"No lo veo como una protesta, sólo defendemos nuestros derechos'', apuntó.
Más de tres décadas después de que Pekín comenzase a permitir reformas de mercado, los 168 millones de trabajadores migrantes de China están descubriendo sus derechos laborales, gracias a la difusión de las redes sociales. Están en la vanguardia de un movimiento de protesta que supone un difícil problema para el gobierno del Partido Comunista, atento a cualquier indicio que pueda amenazar su control del poder.
"El partido tiene que pensar dos veces antes de suprimir el movimiento laboral porque sigue manteniendo que es un partido para la clase obrera'', dijo Wang Jiangsong, un investigador especializado en ese campo asentado en Pekín.
Sintiéndose explotados por sus empresas y abandonados por el gobierno, los trabajadores organizan huelgas y protestas laborales a un ritmo que se ha duplicado durante los últimos cuatro años hasta superar las 1300 el año pasado, desde las solo 185 registradas en 2011, dijo el Boletín Laboral de China, con sede en Hong Kong, que recopila información de medios sociales chinos.
"Lo que estamos viendo es la formación del movimiento obrero chino en un sentido real'', dijo Duan Yi, el abogado de derechos laborales más importante del país.
Esto provocó represión por parte de las autoridades, y los jefes de las fábricas han despedido a los organizadores de las protestas. Aunque los responsables ignoraron durante mucho tiempo las violaciones de los derechos laborales cometidas por las empresas, los activistas dicen que ahora se envían policías -y perros en al menos un caso- a las plantas para restaurar el orden e incluso reiniciar la producción. También fueron detenidos líderes de organizaciones que ayudan a los trabajadores.
La legislación laboral china, que entró en vigor en 1995, establece el derecho a un salario decente, períodos de descanso, no contempla exceso de horas extras y sí el derecho a la negociación colectiva.
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