Desde la década de 1990 un importante número de urbes de la región, muchas de ellas dadas entonces por desahuciadas, han conocido un resurgimiento tan extraordinario que con frecuencia son citadas como ejemplo a nivel mundial; incluso algunas tecnologías desarrolladas en países vecinos como los Buses de Tránsito Rápido han sido adoptadas en todos los continentes, también en ciudades de alto desarrollo.
Aún antes las venezolanas parecían haber embocado ese camino, pero la convergencia de un conjunto de circunstancias negativas, la primera de las cuales fue la prolongada crisis económica originada en la intoxicación petrolera, terminaron bloqueándolo.
Chávez accedió al poder en 1999 en la estela de esa crisis, con promesas mesiánicas para superar todos los males del pasado y convertir a Venezuela en potencia, con lo que generó desmesuradas expectativas en muchos compatriotas.
Sin embargo, a partir de entonces nuestras ciudades, aún con precios del petróleo estratosféricos, se hundieron en una decadencia sin precedentes que ha terminado colocándolas a la cola de sus pares latinoamericanas.
En otras ocasiones hemos abordado ese análisis, por lo que hoy nos centraremos sólo en un aspecto de especial relevancia para los jóvenes: la comparación entre costo de la vida y remuneraciones. El informe UBS para 2012, que incluye 72 ciudades de todo el mundo, coloca a Caracas como la 9a más cara, entre Estocolmo y Londres; la latinoamericana que más se le acerca es Sâo Paulo en un remoto lugar 44. Pero cuando se va al nivel de los salarios nuestra capital cae al lugar 60, superada por todas las latinoamericanas excepto Ciudad de México.
Las cosas empeoran cuando se trata del indicador más importante, el poder adquisitivo de los hogares, donde nuestra flamante Caracas se desploma al lugar 67, última entre las latinoamericanas.
Y si de comprar una vivienda se trata, el caraqueño, pese a sus más bajos ingresos, deberá pagar el doble que un porteño o un bogotano por cada metro cuadrado. Una ciudad en extremo cara con una población en extremo pobre incuba la perfecta tormenta urbana que le cierra el futuro no sólo a los jóvenes. Se trata de una situación absurda más que paradójica, cuya total responsabilidad es del estrafalario modelo económico del tándem Chávez-Giordani, repotenciado ahora por el errático madurismo. Los estudiantes lo han entendido: no habrá futuro, ni para ellos ni para nadie, mientras no se salga de este laberinto de lunáticos.
@marconegron marco.negron@gmail.com
Tal Cual digital
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