No participar en las elecciones municipales es expresión de una falta de visión democrática y una creencia en la existencia de fórmulas mágicas que resolverán nuestros problemas, cuando la realidad es que lo lograremos si luchamos unidos con perseverancia y fe en nuestro liderazgo
Lo ocurrido en las recientes elecciones presidenciales en Irán no puede pasar desapercibido. Nadie daba la menor posibilidad de triunfo a un candidato moderado, es más, se esperaba que hubiese una mayúscula abstención y sin embargo ocurrió todo lo contrario. Por lo menos un 75% salió a votar a pesar que se sabía que en el pasado los procesos electorales habían sido fraudulentos y no sólo ganó Hasan Rohani sino que lo logró en la primera vuelta obteniendo más del 50% de los votos.
Este acontecimiento debe ser materia de reflexión para algunos opositores que están diciendo que cómo se va a participar en diciembre en las elecciones cuando está en curso una impugnación a las elecciones del 14 A. Habría que hacerles entender que la política es el arte de las posibilidades y se suele ganar usando mejor las cartas que el adversario. Que Capriles esté impugnando unas elecciones con fuertes evidencias de que fueron fraudulentas no paraliza la acción política necesaria para poder vencer a un régimen que de democrático solo tiene el nombre. Por eso, gracias a una inteligente acción internacional de la MUD coordinada de manera muy eficiente por María Corina Machado, ha forzado al gobierno de Maduro a emprender viajes internacionales para contener los daños que le produjeron las iniciativas de la oposición. Por algo tuvieron que ir a pedirle cacao al imperio y al Vaticano.
Impugnar, protestar, criticar y votar son partes integrales de un accionar político que terminará sepultando a este oprobioso régimen cuando ya no sea el 52 % de la población la que lo rechace sino un 70%. Ese día, tal como van las cosas, no está tan lejos como algunos pueden pensar y es bueno no olvidar que la oposición venezolana nunca ha sacado menos del 40% de los votos y viene subiendo día a día hasta el punto que incluso en las elecciones parlamentarias sacó el 52 % del voto popular y en las últimas se estima que de proceder la impugnación se verían porcentajes muy cercanos a ese.
Para ganar en diciembre se requiere una alta participación y si logramos cruzar el umbral de 60% esa elección tendrá un impacto muy grande en las próximas legislativas y ¿por qué no?, en un referéndum revocatorio. Así que no participar en las elecciones municipales es expresión de una falta de visión democrática y una creencia en la existencia de fórmulas mágicas que resolverán nuestros problemas, cuando la realidad es que lo lograremos si luchamos unidos con perseverancia y fe en nuestro liderazgo.
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