Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

sábado, 22 de junio de 2013

Proteger la victoria / Simón García

Los venezolanos no somos sumisos. Hace una década se marchó cotidianamente en un abierto y masivo acto de rebeldía que produjo admiración internacional. Se realizó un retador paro cívico, más contundente que el que acabó con la dictadura de Pérez Jiménez. Pero esta vez se perdió.

El rechazo colectivo al poder volvió a expresarse luego en una abstención sideral. Pero el abandono del espacio parlamentario favoreció que una parcialidad política extendiera su control del gobierno a un apoderamiento del Estado. La abstención legitimó al poder.

Se instaló un régimen autoritario dedicado a demoler la democracia y la propiedad. Fueron suspendidos derechos como el de la contratación colectiva o la libre asociación. Se criminalizó la protesta y se desató una represión selectiva. Se aplicó una deslegitimación de las organizaciones del movimiento popular y de los partidos democráticos de oposición.

Esa estrategia de control y subordinación de toda la sociedad al Estado ha sido resistida punto por punto. Ha habido calle y opinión pública enfrentada, algunas veces fieramente, a políticas oficialistas. No ha habido una sociedad dócil ni un pueblo manso: durante el 2012 se produjeron más de cinco mil protestas sociales.

Pero no todas las rebeldías se desarrollan con espectacularidad. Hay formas menos visibles de rebelión, como la pérdida casi absoluta de televidentes cuando RCTV fue cerrada, confiscada y sustituida por un canal del Estado. Los estudiantes, sectores de profesionales y trabajadores se han movilizado sistemáticamente contra la barbarización del país.

Ahora mismo asistimos a una de esas muchas formas de insurgencia sectorial. Profesores, trabajadores y estudiantes de todas las universidades autónomas están en paro activo contra una versión más absoluta de allanamiento: reducirlas a galpones con docentes subpagados y sin recursos para investigación y extensión. Luchan por la libertad para aprender y crear conocimientos. Pero también para que sus organizaciones y dirigentes en vez de ser llevados a tribunales, borrados contractualmente o sustituidos por representaciones rojas rojitas, sean parte de una universidad plural.

Esas luchas embaten contra una vocación totalitaria de poder. Sus políticas y el modelo cubano en las que se sustentan, frenan toda posibilidad de desarrollo humano y social, de sobrevivencia de la democracia. El paquetazo rojo choca contra los intereses de toda la sociedad y está afectando gravemente a los más débiles económicamente. Los enchufaos están convirtiendo a Venezuela en un país en vías de extinción.

El problema de los venezolanos es sustituir este poder neototalitario por vías pacíficas y democráticas. Eso comienza por definir un blanco de ataque y aislarlo porque una buena parte de los sostenedores de las cúpulas de los enchufaos, leales al proyecto original, constituyen aún una fuerza útil a los cambios que requiere el país para reconstruirse sin retornar al pasado.

La travesía por el desierto ha sido larga, pero el 14 de abril comenzó un ciclo político de formación de una mayoría plural y una nueva alianza por el bienestar. Es una opción triunfadora.

Para eso es decisivo proteger y ampliar los pasos victoriosos. Ayudar a la unidad de los partidos. Rodear de confianza y credibilidad a la alternativa democrática y progresista. Luchar con más eficacia para ser mayoría inobjetable en la sociedad y construir la esperanza en el nuevo liderazgo simbolizado en Capriles.

@garciasim
Enviado desde mi BlackBerry de Movistar

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