En catorce años Chávez sólo una vez tocó el tema: cuando fue asesinada una medico cubana; de resto el asunto no le concernió nunca. Maduro, por el contrario, estableció como una prioridad para su gobierno abordar ese espinoso, al no más tomar posesión. Ya reconocer que hay un grave problema de inseguridad es un avance enorme, y ojala marque también una disposición a hacer hechos de sus palabras. No es este el primer signo de que, aunque el régimen sigue siendo el mismo, el modo de ejercer el mando varió. Hasta el hecho de polemizar con el editorial de Talcual, el jueves pasado, es una novedad. Chávez jamás hizo una cosa así; jamás reconoció a sus adversarios. Maduro, por el contrario, lo ha hecho. Esperemos que eso signifique la apertura de una era en la cual sean restablecidos los fueros del debate democrático. Estamos en campos contrarios pero podemos polemizar sin que se lesione la posibilidad de convivir.
También llamó la atención el pronunciamiento de Jesse Chacón aseverando que la solución para la crisis eléctrica pasa por la descentralización del servicio. Una clara toma de posición contraria a la manía centralizadora de Chávez, que tanto ha contribuido a lesionar severamente casi todos los servicios públicos.
Por lo visto, no sólo quienes lo adversaban se sentían asfixiados por el estilo de Chávez sino que hasta sus propios servidores acataban a regañadientes los peculiares conceptos de su jefe. Pareciera que en el ámbito del neochavismo, por llamar de alguna manera al chavismo sin Chávez, también se respiran nuevos aires, menos asfixiantes.
Tal Cual
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