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Republica del Zulia
Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.
miércoles, 8 de mayo de 2013
El país no puede seguir así
La ineficacia, la corrupción, la aplicación absurda de un maniqueísmo destructor de los vínculos societarios han creado un caos tal que sólo un Gobierno de unidad nacional y el tiempo podrán enmendar
Venezuela está sufriendo una de las crisis más graves de su convulsionada historia. Está en medio de una depresión económica, con el agregado que el Gobierno no tiene ni la legitimidad, ni el soporte necesarios para tomar las medidas requeridas y cambiar de rumbo. Sigue aferrado a un enfoque ideológico fracasado en todos las países en los que se intentó implantarlo y si en Venezuela pudo bandearse durante 14 años fue sólo por la fortuna de haber dispuesto de los mayores ingresos fiscales de toda la historia originados por el boom petrolero.
La ineficacia, la corrupción, la aplicación absurda de un maniqueísmo destructor de los vínculos societarios han creado un caos tal que sólo un Gobierno de unidad nacional y el tiempo podrán enmendar.
Lo insólito es que a pesar que el resultado de la última encuesta de Datanálisis señala que el 70 % de los encuestados favorecerían una verdadera auditoría de los resultados del 14 de abril, el debilitado y provisorio gobierno de Maduro sigue creyendo, o tratando de hacer creer, que cuenta con el respaldo de la inmensa mayoría del país. Si se realizaran nuevas elecciones -claro está. con un CNE normal es decir constituido por dos rectores del oficialismo, dos de la oposición y un presidente por consenso- Capriles ganaría las elecciones por un amplio margen, y lo mismo ocurriría si se convocase a una Asamblea Constituyente.
Los problemas económicos, sociales, políticos y culturales son de tal envergadura que ningún gobierno por sí solo puede resolverlos; para ello se requiere un programa de reconstrucción nacional con el apoyo de todos los sectores democráticos del país estén donde estén. No hay mucho más tiempo que perder y no es a través del militarismo ni de las amenazas e insultos que encontraremos la solución.
La democracia es la solución, pero una de verdad, en la que prevalezca la sindéresis necesaria para lograr acuerdos fundamentales que saquen al país del lodazal en el que está hundiéndose.
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