Los enchufados son víctimas de la ideología que quieren encarnar. Desde Marx se sabe que esa melcocha de la conciencia para cubrir la realidad (y que termina por sustituirla en el cerebro fanatizado), es falsa conciencia sobre las cosas. Por obra de ella, colectivos humanos han glorificado tragedias como el estalinismo.
La historia enseña que todos los regímenes ideológicos han fracasado porque se edifican y sostienen en base a la mentira. En nuestro caso el embuste adquiere dimensiones grotescas: los apagones, la caída de la producción, la inflación, el azote de la inseguridad son remitidos a causas fantasiosas para esconder al responsable. Desde una iguana a un batallón de 007 criollos salen de los cruzados de la segregación política.
El enmascaramiento ideológico parió un socialismo irreal. Aquí no hubo socialización de los medios de producción sino estatización; la clase obrera ha sido despojada de derechos universales; jamás se ejerció la soberanía necesaria para asegurar la originalidad de la experiencia sino que se cedió a la influencia de la nomenklatura cubana,
No surgió el hombre nuevo, sino una feroz pugna por el enriquecimiento o el control grupal del poder entre cúpulas que hace veinte años eran pueblo y ahora son oligarquía. Encaramados al gobierno, más como compinches que como revolucionarios, practican un visible pacto de desprecios: a la ética, a los ideales, a la ley, a los hechos y a la opinión de la gente.
El fin absoluto de los enchufaos es aferrarse absolutamente al poder, a costa de la democracia o de hundir al país. Para ellos la revolución ha sido la coartada. No parece fácil que las fuerzas democráticas que perviven como apoyo al oficialismo puedan lograr un cambio de rumbo. Sobre todo si no cuentan con la voluntad del presidente proclamado.
Si ese golpe de timón no ocurre, las bases populares que aún sustentan al falso proyecto socialista continuarán resquebrajándose. Ya hasta los más devotos están asediados por las dudas. Las ilusiones no bastan. La gente apoyará hasta un punto, pero no es ciega ni gafa.
Se dice que la cúpula de los enchufaos está girando hacia el modelo chino: apertura capitalista de la economía con triple candado para la pluralidad social, política y de opinión. Por eso con una cara insultan, amenazan y acusan a nuestros empresarios y con la otra, prometen dólares Cadivi, pagar deudas, autorizar aumentos de precios y bajarse disimuladamente el pantalón, mientras para la galería arrugan el rostro contra la especulación y el acaparamiento. No terminan de reconocer la urgencia de una rectificación a fondo.
Eso resta contundencia a la señal positiva de dialogar con el presidente de la Polar. Puede ser un giro oportunista. Incompleto, en alcance y significado, mientras no se extienda a los profesores universitarios, los maestros, los pequeños productores, los transportistas y a quienes exigen un acuerdo para convivir juntos y mejor.
Metidos en el llegadero, aun podemos cambiar el final. A esta otra mitad del país le toca tener una agenda de efectivo diálogo, crear múltiples espacios de entendimiento y unir las luchas sociales con las exigencias de redemocratización del Estado y la conquista de una sociedad que nos permita comprobar que Venezuela somos todos.
@garciasim
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