La Venezuela de 2013 tiene una diferencia con Cuba, China y Rusia. Una oposición mayoritaria, activa y entusiasmada; que está unida, tiene fe, dispone de líder, dirigencia y bandera. Que cuando le rompen la cara, va al hospital, se cura y regresa a poner cara y presencia clara y firme nuevamente
Pasan los días y pareciera que en vez de uno tenemos dos Gobiernos. Mientras en lo económico hay más señales -no son obras todavía, pero al menos suenan- de que algo podría empezar a cambiar para mejor, en política y en la proyección hacia la ciudadanía las señales son de que todo va a peor.
El Ministro de Finanzas se reúne con empresarios, los escucha y asoma indicios de una filosofía económica y financiera más flexible, reconoce fallas del sistema de controles y del manejo caprichoso de las divisas; el titular de Industrias anuncia industrias mixtas; el de Turismo adelanta planes de expansión del sector, incluso con instalaciones de lujo; el de Energía Eléctrica, aunque siga culpando a la demanda, entiende que la estrategia eléctrica ha fallado y se plantea retos a corto plazo, pone el cargo sobre la mesa; el de Petróleo se reúne con empresarios del ramo para vincularlos a grandes proyectos a desarrollar con ellos, y hasta deja colar la posibilidad de vender participaciones a inversionistas en los capitales de algunos desarrollos. Que estos altos funcionarios cumplan lo que están ofreciendo, es otra cosa, pero al menos despliegan banderas que hacen pensar que algo mejor que lo que venía en los últimos catorce años podría realizarse.
Donde no hay resquicios a la desesperanza es en lo político. Bastaría ver la manera hosca, intolerante y abusadora como el presidente de la Asamblea Nacional y dirigentes del Psuv llevan la relación con la oposición en el Poder Legislativo, incluyendo los fallidos intentos de cambiar las vergonzosas verdades a los ojos del público en los tiempos de la televisión, las cámaras, los celulares que graban videos, internet y más.
No es una actitud caprichosa. Todo indica, y para ello basta escuchar cualquier discurso o simple exposición del presidente Maduro y las declaraciones descaradamente cómplices de los otros poderes públicos, de cara al Gobierno y de espaldas a la Constitución y a la verdad. Eso es lo peor de todo, que no es una cadena de errores sino una clara estrategia que, más que confrontar, busca destruir.
Es la fórmula de la Cuba de Raúl Castro, la de ir soltando la economía hacia el sector privado mientras se mantiene el control del Gobierno y de lo político encadenado. Fórmula que con mayor descaro -por su colosal tamaño- han venido aplicando los sucesivos gobiernos chinos posteriores a la patética época de Mao. Es el estilo que cada día impone un poco más el ex policía Putin en Rusia.
Afortunadamente, la Venezuela de 2013 tiene una diferencia con Cuba, China y Rusia. Una oposición no sólo masiva y mayoritaria, sino activa y entusiasmada; que está unida, que tiene fe, que dispone de líder, dirigencia y bandera. Que cuando le rompen la cara, va al hospital, se cura y regresa a poner cara y presencia clara y firme nuevamente.
Una oposición así es inderrotable.
No es mérito del torpe y tiránico Gobierno político que el económico vaya cambiando, el Gobierno económico cambia porque al político no le queda más remedio, la realidad lo empuja a un lado. Una realidad en la cual coinciden todos los sectores del país y que cada día más mueve su esperanza hacia la oposición unida.
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