
Publicado en: Libertad Digital
Por: Pedro Gil Ruiz
Parece que fue ayer, pero no. Es un anuncio comunicado en The White House el 1 de abril de 2020. Lo que si ha cambiado es que, hace cinco años, Trump parecía menos zumbado.
Esta es una secuencia deprimente para los que luchan por la libertad de Venezuela. Volvamos a 2020. Primera escena. Unos días antes de la amenaza de Trump, el fiscal federal Geoffrey S. Berman anuncia «cargos penales contra Nicolás Maduro por haber dirigido, junto con sus principales lugartenientes, una alianza narcoterrorista con las FARC durante los últimos 20 años». El fiscal añade: «El alcance y la magnitud del presunto narcotráfico fueron posibles únicamente porque Maduro y otros corrompieron las instituciones venezolanas…». El documento está fechado el 26 de marzo de 2020 y fija una recompensa de 15 millones de dólares. El presidente ya tiene sus titulares. Se hace unas fotos. Unos barcos con cañones y a otra cosa. Nota: No retira la licencia a la petrolera estadounidense Chevron para exportar crudo venezolano.
Segunda escena. Cinco años después -10 de enero de 2025-, en una de sus últimas decisiones, Joe Biden incrementa la recompensa «hasta 25 millones de dólares por información que conduzca al arresto o la condena de Maduro y de su ministro de Interior, Justicia y Paz, Diosdado Cabello«.
La tercera, en 2025. Trump es el más machote. El 7 de agosto dobla la apuesta. Se planta en 50 millones. Además de enviar destructores y miles de marines -igual que en 2020-, añade un submarino nuclear. Nota: Un mes antes, Chevron ha recibido autorización para continuar sus operaciones petroleras con el Gobierno de Maduro.
Al líder del MAGA hay que reírle las gracias y cuidarse mucho de llevarle la contraria. La camarilla que le acompaña está mutando en general coreano -del norte-. Sonrientes y aplaudiendo con las orejas. Pero siempre hay un garbanzo negro. El señor Jeffrey Kruse era el jefe de la Agencia de Inteligencia de Defensa, además de teniente general. Se le ocurrió poner en un informe que el ataque a las instalaciones nucleares iranies habían retrasado varios años el programa nuclear de Teherán, solo retrasado, y le han despedido. Si el señor Donald dice que se destruyó por completo, ¿quién es la inteligencia militar para llevarle la contraria?
Pese al riesgo de ser cesado, alguien debería decirle que quizá no sea la mejor idea subir con tanta frecuencia la recompensa. Es como el que vende un piso, pide mucho y empieza a bajar el precio… el comprador espera. Pues… algo parecido. El delator pensará «A ver si llegan a los 75 millones» o más. Aclara el Departamento de Estado que «los funcionarios y empleados del gobierno no pueden optar a recompensas». Como en los concursos de televisión, que no dejan participar a familiares de los trabajadores. Esto de la recompensa y el despliegue militar es un show muy caro para dar que hablar y que se olvide el fiasco de la paz con Putin.
La última medida sobre Venezuela que aprobó el presidente Biden, en enero de 2025, fue prorrogar la vigencia del Estatus de Protección Temporal (TPS) para los ciudadanos de ese país. Amplió su vigencia hasta octubre de 2026. Afectaba a unos 600.000. La medida les permitía permanecer durante 18 meses. A los 11 días de su jura, Trump firmó una orden ejecutiva derogándolo. «Despejando el camino para que más venezolanos sean elegibles para la deportación». Le habían votado masivamente. Fue su agradecimiento. Esta es la realidad. Lo demás son historietas de Hazañas Bélicas.
La noticia del despliegue militar se conoció el pasado 8 de agosto por una información del New York Times. A los pocos días, el subsecretario de Estado, Christopher Landau, se apresuró a echar agua al vino. «EE.UU. descarta intervenir para forzar un cambio político», titulaba El Nacional. En una humillante intervención, le reprochó al pueblo venezolano no luchar por su libertad. «Creo que uno de los problemas que hemos visto en el mundo es que si la gente no se gana su libertad no la aprecia ¿verdad?… Nos hemos dado cuenta con Irak y Afganistán. Nos oponemos firmemente a los cambios de régimen impulsados por EE.UU.»
María Corina Machado se mostró agradecida «porque finalmente estamos viendo el enfoque correcto». Qué remedio. No desconoce que todo es publicidad para consumo interno de los trumpistas. Su intervención era forzada. «Nuestra nación se convertirá en el principal aliado de Estados Unidos para la seguridad, el comercio, la energía y la inversión en la región». Adulación y oferta de bisnes. La misma deshonra a la que se ve obligado el presidente Zelenski. A Trump, los países que luchan por su libertad no son más que una posibilidad de negocio.
«Yo no sé cómo funciona el ánimo en este momento en Venezuela, donde tenemos una población que pareciera estar anímicamente extenuada. Pero, lo que si pareciera es que aquí, en el sur de Florida, en Europa, donde está la Diáspora, hay una ilusión con una supuesta invasión que nos libraría de esa terrible dictadura ¿Qué es lo que está ocurriendo realmente?» La pregunta la hace el periodista César Miguel Rondón al politólogo Ángel Álvarez. Uno se encuentra en Miami; el otro en Toronto. Son exiliados. «Está ocurriendo exactamente lo que dijiste, una ilusión. Es el mismo ciclo de levantamiento de ilusiones por parte de la dirigencia opositora venezolana de turno, que son confesamente impotentes para cambiar de régimen político. María Corina no puede hacer más de lo que está haciendo. La han perseguido con todos los medios posibles. No puede derrocar a Maduro porque no tiene los medios de fuerza para hacerlo». El entrevistado no ve evidencias de una eventual fractura interna en la coalición gobernante. ¿Entonces?
Seguro que los americanos conocen los movimientos de Maduro. Podrían preguntar al Mossad cómo eliminaron a los jefes de Hamás. ¡Que tiempos los del Wanted dead or alive! Y por la paz un Ave María… aunque los chinos se enfaden.
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