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martes, 3 de junio de 2025

Tierra de Gracia: El Quijote sigue cabalgando y Sancho sin enterarse Por Carlos Pérez-Ariza


El territorio del Quijote agita el polvo del camino hispano, que se revuelve como nunca. Sancho, fiel a su ser del pueblo llano, oye, pero no escucha. Sigue en la ensoñación de estar en la ínsula de Barataria, donde todo marcha según dicta el amo. Sancho está feliz siendo mal gobernado

El amo reina en Barataria, exprime a Sancho, pero él no se entera. Las papas y los huevos han puesto por las nubes a su diaria tortilla. La Hacienda del amo le extorsiona, pasándose por la entrepierna la presunción de inocencia. Si el Gran Hermano recaudador lo dice, Sancho es culpable y pagará antes de que ese juez inapelable sentencie. Sancho apenas se opone. Suele escuchar al Quijote, pero cree que solo dice locuras.

Sancho intuye, por lo que escucha en la plaza del pueblo, que el amo miente, que el amo esconde cosas, que el amo no quiere a los pobres ciudadanos. Le cuentan que el amo está cercado por las evidencias de una voz grabada de una de sus protegidas, que le compromete en asuntos muy graves y oscuros. Sancho no se quiere enterar, atareado como está en llegar a fin de mes. Entre lluvias y calores el campo está rebelde y las ayudas del amo van lentas y llegan tarde o nunca.

En Barataria corre una voz por las esquinas sobre que el amo está muy tocado, que en cualquier noche abandonará el reino para refugiarse en una ínsula protectora. Sancho duda de eso, porque pese a todos sus pesares, mira al amo como un líder fuerte y resistente ante ese último embate. Sancho ha escuchado, en la taberna de su barrio, que hay unos ilustrados que se oponen al amo. Otros le cuentan que esos pueden estar detrás de esas grabaciones, para perjudicar al amo y acusarle de falsedades. Sancho está hecho un lío. ¿A quien creer? Ha decidido acudir a su fiel amigo don Quijote.

Éste le ha dicho: “Ya sabes Sancho que no milito en grupo alguno, solo me inclino por ese que llaman libertad. Aquí en esta ínsula Barataria, que habitamos y sufrimos, veo que ese preciado don se nos va como la fina arena entre los dedos. Tú, deberías saberlo. Pero al acudir a mí, sé que no te das cuenta en el caldero en que te están hirviendo. Te cocinan a fuego lento. Cuando quieras saltar, ya estarás escaldado y listo para aplaudir al amo, porque te convencerá de que serás pobre, pero feliz. Abre pues tus oídos, límpialos bien cada mañana, porque desde que sale el Sol, ya tu amo te tiene preparada una nueva trampa”.

Sancho, camino del mercado va pensando en lo que le ha platicado don Quijote, pero se distrae al ver los precios de los alimentos, se mete las manos en los bolsillos y cuenta las pocas monedas que le quedan. Un amigo del barrio, le comenta que hay ínsulas peores aún, le refiere unas que llaman Venezuela o Cuba, que dan tristeza por lo mal que están allí las gentes y que aquellos dictadores, amigos del amo de Barataria, son aún peores que este nuestro. Sancho piensa que entonces no estamos tan malamente.

Los ilustrados de la oposición al amo, anuncian que ahora sí lo van a derrotar. El amo les responde desde las voces de sus fieles ministros que se olviden de eso. Todos repiten la misma letanía: “Hemos llegado para salvar a Barataria de los malignos enemigos del pueblo soberano” y agregan: “Estamos aquí legalmente para quedarnos”. Sancho termina el día más liado que antes. Duda si asistirá al acto de repudio al amo, que convocan los ilustrados. Total, piensa Sancho, que vaya o no, poco ayudará a mejorar a esta ínsula. Aunque está seguro de que su amigo don Quijote estará en primera fila ese día gritando con el pueblo, libertad.

El amo no parece preocupado. Rodeado de todos los grupos adulones que lo sostienen en el poder, no siente el grave daño que le hace a su histórico partido. El amo ha creado una nueva forma de mandar autoritaria, inserto en una moda mundial, donde aquella democracia alternativa del milagro Barataria se ha disipado como la niebla en la montaña. El día que el amo salga de su sillón florido, dejará su impronta, su modelo, alejado de aquella agrupación que puso a Barataria en el mapa europeo de la democracia.

Antes de irse a la cama, Sancho recordó otras palabras de su amigo, don Quijote. “Cuando la ideología se pone por encima del sentido común, el pueblo languidece”. Con los ojos cerrados, buscando el sueño, se dijo a sí mismo: “¿Qué más tendrá que pasar en Barataria para que algo cambie?

Carlos Pérez-Ariza es doctor en Periodismo por la Universidad de Málaga.

EL NACIONAL.

1 comentario:

  1. Antes de irse a la cama, Sancho recordó otras palabras de su amigo, don Quijote. “Cuando la ideología se pone por encima del sentido común, el pueblo languidece”. Con los ojos cerrados, buscando el sueño, se dijo a sí mismo: “¿Qué más tendrá que pasar en Barataria para que algo cambie?

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